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Enrique Dans

Lo bueno de la libertad

¿Qué es eso de que ahora soy más libre, y qué tiene que ver con la herramienta de software que utilizo?

Me van a permitir que esta semana toque un tema más personal. Por supuesto, dentro del ámbito de la tecnología que me ocupa en esta sección, no se preocupen, no voy a contarles mi vida ni mis amoríos, pero como la semana pasada me la pasé con la cabeza centrada en el tema que les voy a comentar, me salía la mar de natural utilizarlo como hilo argumental. Y es que desde la semana pasada, soy un poco más libre, y eso es algo que sienta la mar de bien.

Tras mucho tiempo dándole vueltas a qué hacer con mi blog, hace cierto tiempo tomé la decisión de migrar de una herramienta de gestión de contenidos a otra. Para los menos versados en la materia, la herramienta de gestión de contenidos, o CMS (Content Management System o Sistema de Gestión de Contenidos) es el software que un autor utiliza para desarrollar y mantener su página, en el caso de un blog, lo que usa para escribir, diseñar, y maquetar sus textos e imágenes, así como para gestionar los comentarios o incluir elementos de todo tipo. Es, sin duda, un elemento fundamental en la vida de toda persona que maneje una presencia de algún tipo en Internet.

En mi caso, mi página había vivido, desde que la creé allá por el 2003, en una herramienta llamada Blogger, posiblemente una de las que más han contribuido al impresionante y meteórico desarrollo del fenómeno blog. Esta herramienta fue adquirida por Google en febrero de 2003, y su crecimiento ha ido en paralelo al de la increíblemente dinámica blogosfera. Es la herramienta más popular, la más usada, y la verdad es que, durante el tiempo que he sido usuario de ella, me ha dado grandes satisfacciones. A pesar de ello, y dado el tamaño y las características que estaba adquiriendo mi página, decidí cambiarme a WordPress, una herramienta de software libre desarrollada originalmente por Matt Mullenweg, un joven de 23 años recién cumpliditos a quien tuve el gusto de conocer el pasado diciembre en el EventoBlog de Sevilla, y que además ha tenido el detallazo de darme la bienvenida con una mención en su propia página personal.

Y bien, ¿qué ha pasado? ¿Qué nota alguien que pasa de la noche a la mañana a utilizar una herramienta diferente, cuando esta herramienta está desarrollada como software libre? Pues sencillamente eso: libertad. Así de grande, así de mayúsculo, así de importante. Pero claro, este concepto precisa de una mayor explicación... ¿acaso no era libre cuando usaba Blogger? ¿Es acaso Google, propietaria de Blogger, una empresa que se caracterice por quitar libertad a sus usuarios o coartarles en algún sentido? ¿Me flagelaba alguien mientras fui usuario de su herramienta? Francamente, por mucho que pueda actuar la memoria selectiva y que las experiencias negativas tiendan a olvidarse antes que las positivas, podría con total certeza asegurar que no. En todo el tiempo que trabajé con esa herramienta recibí un trato cordial, amable, una respuesta bastante eficiente a mis problemas e incidencias, y me consideré, al menos la mayor parte del tiempo, un cliente satisfecho. Pero entonces, ¿qué es eso de que ahora soy más libre, y qué tiene que ver con la herramienta de software que utilizo?

Pensemos qué ocurre cuando, de repente, alguien decide abrir una herramienta, hacer libre el acceso a su código. En primer lugar, esta decisión no implica en absoluto regalar nada. El que el acceso al código sea libre no quiere decir que no se pueda construir negocio a su alrededor, ofrecer servicios, soporte, mantenimiento... Blogestudio, la empresa que me ha ayudado con mi migración, por ejemplo, desarrolla un buen negocio proporcionando ese tipo de servicios, y lo hace además fantásticamente bien. La propia Automattic, la empresa de Matt, el creador del programa, hace lo mismo. Tomado con cierta libertad, podríamos llegar a decir incluso que algo que ha creado tanto valor y tantísimo negocio como Internet es, en realidad, el fruto del software libre: una herramienta construida a partir de unos protocolos abiertos, a los que todo el mundo podía acceder y que todo el mundo podía usar.

Pero vayamos con el siguiente efecto: ¿en qué más noto esa libertad? Pues sencillamente, en que mientras dependí de los designios de Blogger, toda mi posibilidad en el caso de querer incorporar una nueva función en mi blog provenía, prácticamente, de la voluntad de Google para incorporar dicha nueva funcionalidad. En este caso, podía liarme la manta a la cabeza e intentar incorporar una herramienta desarrollada en otro sitio, pero ni la integración era perfecta ni era algo sencillo, y acababa además dando lugar a un sistema completamente hecho a retales, con un coste muy superior a la hora de mantenerlo en movimiento.

¿Qué me ha pasado al aterrizar en WordPress? Pues que la libertad que miles y miles de personas tienen para poder escribir código conociendo el de WordPress ha hecho que escriban muchísimas herramientas para ser usadas en combinación con él, y gracias a ello, en este momento tengo la libertad de poder optar por un elenco amplísimo de soluciones para prácticamente cualquier problema imaginable. El programa y sus funcionalidades avanzan tan rápidamente, que no tengo ninguna duda con respecto a las posibilidades que me ofrece y me ofrecerá en el futuro. Es una garantía para poder crecer. Si necesito incorporar, como hace un momento, una función para que quien deja comentarios pueda previsualizarlos y ver como van a quedar, puedo escoger entre siete u ocho herramientas con diferentes características, y quedarme con la que más me conviene, que seguramente desarrolló alguien que tuvo antes un problema similar. Sencillamente imparable. Espectacular.

Lo único que lamento es no ser capaz de hablar ese maravilloso idioma que es la programación para poder contribuir con mis propias ideas. Y lo que sí que sé es que he ganado en versatilidad, en prestaciones, en soporte, en posibilidades y, sin duda, en futuro. Lo mismo que me ha pasado con muchos otros programas de software libre que he probado o adoptado a lo largo del tiempo, y lo mismo que afirman estudios serios y documentados a todos los niveles. Y es que esto de la libertad es una cosa maravillosa.

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