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Cristina Losada

Mujeres de ZPaz

Pues lo del pacto por las libertades será para ella, y su jefe, un papelito, pero lo del pacto con ETA, si saliera a la luz, sería todo un papelón.

Cherchez la femme, dicen los franchutes, y a eso vamos. A buscarlas y a encontrarlas. Que si el año ha empezado con el redescubrimiento de los hombres de paz del anterior, como el gran comunicador ZP, el impecable demócrata y defensor de la libertad de todos, Imaz, y el reflexivo Otegi, no menos enjundiosa se presenta la lista femenina. Tres eran, tres, como las hijas de Elena. Tres eran tres, las que destacan en la kermesse. Esa que, según me pareció vislumbrar, algunos manifestantes del sábado pasado en creativo desplante a la uniformidad pancartera, apodaban la ZPaz. Por cierto, vaya claque que tiene Zapatero. Su entusiasmo por el Gran Líder es incondicional, y no les amarga el dulce ni un adarme de sentido crítico. Puede que ignoren, como se deduce de la encuesta de El Mundo tras el debate, el significado del término "demagogo", pero la Logse no les ha hurtado ese saber instintivo que en la batalla política aconseja que al enemigo ni agua. Con gente así, se puede hacer cualquier cosa.

Ha desentrañado la COPE un aspecto del misterio de la desaparición de la gran femme tras el atentado de Barajas, cuando el grueso del Gobierno tomó las de Villadiego, empezando por el propio presidente. Marchóse María Teresa a Ginebra en viaje exprés, no se sabe si secreto o discreto, pero con toda probabilidad no fue a comprarse un reloj de cuco, objeto que, según un avieso Graham Greene, era el único invento del que podían vanagloriarse los suizos. A orillas del lago Leman hay otros artilugios de mayor interés para la vice de un gobierno al que acaban de aderezarle el "diálogo" con dos asesinatos. Y uno se pregunta si fue a que le explicaran lo de la paz con bombas, que tiene tela, o a asegurarse de que las actas de las reuniones con la banda terrorista se hallan a buen recaudo. Pues lo del pacto por las libertades será para ella, y su jefe, un papelito, pero lo del pacto con ETA, si saliera a la luz, sería todo un papelón. Y en la más leve de las hipótesis, sólo la existencia de compromisos impublicables explica que ZP mantenga abierta la puerta de la negociación.

María Teresa, pues, cumplió como mujer de la ZPaz, cosa que no puede decirse de nuestra segunda en la lista, Rosa Regás. La directora de la Biblioteca Nacional no pudo leer, ay, el comunicado de la manifa de los apaciguadores. Qué pena le debió dar, pues ese acto, a diferencia del que convocó ¡Basta Ya! en 2003, y que no quiso respaldar, no beneficiaba nada al PP. Como que su espíritu era el contrario. Regás tiene muy claras sus prioridades en esto de la política: ninguna causa, por justa que sea, ningún manifiesto, por puesto en razón que esté, ha de apoyarse si no se perjudica con ello a la derecha. Es un razonamiento, por llamarlo de algún modo, clásico. El mismo que indujo y aún induce a muchos a no criticar jamás los crímenes perpetrados bajo la bandera del comunismo. Regás, y no esperábamos menos, es heredera de la miseria moral de generaciones que practicaron la ceguera voluntaria y la voluntaria amputación de la conciencia. Pero aunque ella se ausentó, allí estuvieron ¡presentes! tantos y tantas de su condición. Tantos para los que el enemigo no es ETA. Razón por la que nunca se les ha visto decir ni hacer nada contra ella. Pues lo del sábado, huelga decirlo, tenía otro sesgo.

Concluye este triste listado de mujeres del año con Gemma Zabaleta, la socialista vasca que comparte rosas, fotos y sonrisas con la abogada batasuna. Es una auténtica mujer de la ZPaz. Ni el atentado ni los asesinatos le hacen sentir un resquemor, una duda. Tan limpia, tan vacía está su conciencia que puede pasar, en efecto, "la prueba del algodón". No piensa abandonar su coyunda con las mujeres de paz, o sea, las de ETA y compañía. Dice su partido que ese grupo debe condenar el terrorismo, pero Gemma se resiste. Lo importante no son las bombas, sino que no se rompa el diálogo. A fin de cuentas, está donde está su jefe.

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