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EDITORIAL

Justicia, a pesar de algunos

La lección que podemos extraer de todo este asunto es que, desgraciadamente, al terrorismo etarra le sobran los amigos y los hombros donde llorar sus penas.

Cuatro jueces: Manuela Fernández-Prado, Ángel Hurtado, Carmen Paloma Pastor y Clara Bayarri se han mostrado favorables en el Pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional a que el asesino en serie Iñaki de Juana Chaos fuera excarcelado a raíz de la huelga de hambre emprendida por el etarra para forzar a la Justicia española. De estos cuatro que tan convencidos estaban que un criminal con 25 muertos a sus espaldas debía estar en casa, a tres de ellos les hubiera correspondido decidir sobre el futuro de De Juana en el caso de que el asunto no hubiera sido elevado a Pleno. Es decir, que si no hubiese sido por la resolución del magistrado Guevara de elevar al Pleno asunto tan importante, hoy el etarra sería un hombre casi libre y se hubiera consumado una de las mayores burlas a la Justicia de nuestra historia.

Por suerte, al final la cordura se ha impuesto y han sido los propios magistrados de la Audiencia –por clara mayoría– los que se han opuesto a semejante chantaje devolviendo la paz y el alivio a los millones de españoles que contemplaban atónitos y asqueados la solicitud de De Juana. No pueden decir lo mismo, sin embargo, los que desde ciertos partidos políticos, como el comunista o el propio PSOE, y muchos medios de comunicación, como todo el universo que rodea a Prisa, se han mostrado comprensivos con la aberrante idea de ver a un pistolero de la peor calaña fuera de la prisión.

Así, por ejemplo, el partido del Gobierno debería revisar a conciencia cómo entiende la lucha contra la lacra terrorista cuando muestra tanta y tan injustificada clemencia con uno de los terroristas más letales e inmisericordes que hemos padecido. Un asesino que, no contento con segar la vida de 25 inocentes, lejos de arrepentirse ha perseverado en el crimen justificándolo y, en algunos casos, hasta enalteciéndolo.

A pesar de todo, y especialmente de la satisfacción que nos produce saber que Iñaki de Juana seguirá entre rejas, la lección que podemos extraer de todo este asunto es que, desgraciadamente, al terrorismo etarra le sobran los amigos y los hombros donde llorar sus penas. Esta es la cruda realidad con la que, hoy por hoy, hemos de convivir. Un Gobierno débil hasta el extremo, formado por miembros de un partido cuyo primordial objetivo es machacar a la oposición popular al tiempo que tratan con guante de seda a los verdaderos enemigos de la democracia. Ni los dos muertos de hace menos de un mes en Madrid, ni las continuas algaradas violentas en el País Vasco, ni el hecho de que el entorno etarra campe a sus anchas de nuevo en las calles parece preocupar lo más mínimo a un Ejecutivo obcecado en no se sabe bien qué paz a no se sabe bien qué precio.

Y si esto es así, que lo es, era previsible que para De Juana todo fuese comprensión y recordatorios llenos de mala conciencia sobre lo "injusta" que ha sido la Ley con él. Por esta vez los jueces han hecho lo que es presumible en ellos: Justicia. Pero, visto el panorama, nada hace pensar que, en breve, un nuevo disgusto nos aguarde a la vuelta de la esquina.

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