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¿Quo Vadis, Rubalcaba?

A Rubalcaba le está tocando el trabajo sucio del beatífico ZP. No confiaremos a estas alturas en las virtudes cívicas del ministro, pero su vitola de inteligente manipulador se está viniendo abajo.

Zapatero bien puede llevar al límite al PSE, si sus afiliados consienten en que su jefe negocie con quienes les han ido asesinado año a año. Son los socialistas quienes eligieron a Zapatero, y ellos deberán ser quienes lo apeen de la Secretaría General. Allí su sangre y su estómago. Pero Zapatero está sometiendo también a las Fuerzas de Seguridad a una tensión difícilmente soportable. La Guardia Civil y la Policía Nacional han cargado sobre sus hombros el peso de la lucha antiterrorista: llevar al límite a las FSE –que no son ni de Zapatero ni del PSOE– y poner en duda su profesionalidad y buen hacer es un pecado político e institucional inaceptable.

A estas alturas, hasta quienes más han defendido a Zapatero comienzan a reconocer su desapego de la realidad. Sentimentalmente anclado en el frentepopulismo republicano, prefiere llegar a un acuerdo con Otegi antes que con Rajoy. Batasuna y ETA exigen que sujete a la Policía, y Zapatero sonríe. ¿Y Rubalcaba? El ministro de Interior está ejerciendo de correa de transmisión entre el estratosférico Zapatero y unas Fuerzas de Seguridad cada vez más traicionadas y cuestionadas por arte y gracia de su ministro y de su presidente. Tras años de implacable trabajo antiterrorista, capaces de realizar las operaciones más difíciles, los medios de comunicación muestran ahora como son incapaces de lo más fácil.

Llevan decenios jugándose la vida en el País Vasco y deteniendo etarras con notable éxito. Y sin embargo, el Gobierno las utiliza como un instrumento más en la negociación. Rubalcaba las fuerza lo indecible para saciar el ansia infinita de paz de Zapatero, obsesionado con hablar con los terroristas y mantener con ellos un clima de confianza. Tras la sentencia sobre Jarrai, Rubalcaba afirmó que los miniterroristas serían detenidos en unas pocas horas. Pero desaparecieron quince días, y en un acto perfectamente organizado, programado y preparado, reaparecieron aclamados y vitoreados por los camisas pardas batasunos en el centro de Bilbao. Otegi tan contento; López Garrido, también; ¿y los agentes policiales?

A Rubalcaba le está tocando el trabajo sucio del beatífico ZP. No confiaremos a estas alturas en las virtudes cívicas del ministro, pero su vitola de inteligente manipulador se está viniendo abajo. Las exigencias de ZP lo dejan cada vez en peor situación, y el ministro da muestras ya de cansancio y de decadencia. Su control de la situación se corrompe cada día, el malestar y la desconfianza en las FSE crecen con cada desplante etarra. Por obra y gracia de Zapatero, Rubalcaba se está convirtiendo en una sombra de lo que fue, en uno de los agujeros negros del Gobierno. Entre Zapatero y los desplantes etarras, ¿hacia donde va Rubalcaba? La inmolación política del ex portavoz del Gobierno González y poeta del "España se merece un gobierno que no mienta" parece no tener fin. Menudo espectáculo está dando.

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