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Amando de Miguel

El lenguaje es ideología

Personalmente, no encuentro criticable que Montilla hable mal el catalán. Lo malo es que tampoco habla bien el español. Aunque lo verdaderamente rechazable es su comportamiento político, particularmente nefasto para Cataluña y, por tanto, para España.

Manuel Deltado Tenorio comenta la noticia de cómo la directora del Instituto de la Mujer, Rosa Peris, denuncia la existencia de formas lingüísticas que "denigran a la mujer", así como la tendencia "antropocéntrica" por parte de la Real Academia Española. La supuesta denigración se reduce a que el masculino genérico no se desdobla en el correspondiente femenino. Por ejemplo, hay que decir siempre "parados y paradas, alumnos y alumnas", etc. El juicio de don Manuel es lapidario: "Intentar influir sobre el habla de las personas hasta el punto de –desde una posición de poder– crear nuevas palabras en sustitución de otras que no te agradan es uno de los más profundos, agresivos y abyectos ataques a la libertad imaginables". Bueno, eso es así si se ve animado del propósito de confundir.

Sigue don Manuel: "Lo peor son las afirmaciones de la presunta lingüista Eulalia Vintró" cuando se escandaliza de que no existan palabras como sastra, bachillera u obispa. Afirma don Manuel que sí existen esas voces allí donde se necesitan. Termina don Manuel su alegato: "¿Puede mantenerse alguien al frente de una institución pública [el Instituto de la Mujer] desconociendo lo que significa antropocéntrico? ¿Quizás quería decir androcéntrico? Señora Peris, si no puede usar correctamente palabras de más de tres sílabas, evítelas. O dimita".

Añado que el nefando sexismo empieza por instaurar un Instituto de la Mujer y, además, convenir que sea necesariamente dirigido por una mujer. Lo chungo es que esa mujer confunda antropocéntrico (= centrado en el ser humano) con androcéntrico (= centrado en el varón).

Adelardo (nombre supuesto, pues "en Chaveslandia no queda muy bien criticar al cacique siendo funcionario") me hace ver la incongruencia de "nuestros políticos de Andalucía". En efecto, "han instalado la mamarrachada del lenguaje no sexista en el proyecto de Estatuto (los andaluces y las andaluzas) y sin embargo en el himno continúan frases como los andaluces queremos o andaluces levantaos. Propongo que, para ser consecuentes, se cambie la letra del himno y se adapte a los nuevos tiempos. Y que se califique a Blas Infante de machista". Transmito la iniciativa a quien corresponda.

Juan Puyol comenta, con ironía, que la eliminación del sexismo no debe contentarse con decir "Asociación de madres y padres de alumnos". Lo correcto sería "Asociación de madres y padres de alumnas y de padres y madres de alumnos". Añado que esa denominación contiene todavía algunos prejuicios sexistas. Así pues, lo correcto sería "Asociación de progenitoras, progenitores, madres y padres adoptivos, tutoras y tutores de alumnas y alumnos". Habríamos eliminado el sexismo para caer en la idiocia.

José María Navia-Osorio me hace el repaso cotidiano de la actualidad política. No tengo espacio para reproducir sus atinadas observaciones y vivencias. Le animo desde aquí para que dé a la estampa todos esos pensamientos. Transcribo una pequeña muestra de la atinada capacidad crítica del asturiano:

Termino con otra cosa que no tiene nada que ver. Es sobre las diferencias laríngeas según los países. Lo lógico es que no haya muchas aunque sí las hay, de longitud, entre hombres y mujeres. Es posible que también las haya entre razas pero la facilidad para pronunciar determinadas letras es un asunto de educación y costumbres. Para un no catalán pronunciar Catalunya o Sabadell es difícil. Supongo que en unos años lo harías tan bien como cualquier catalán, si te empeñas en ello. ¿Qué tal pronuncian la "H" aspirada los catalanes? supongo que pronunciarán "Hereford, Hampstead y Hartford" con jotas, como los demás españoles y como Audrey Hepburn en "My fair Lady".

Javier Aymerich viene también en mi ayuda sobre la batallona cuestión del "aparato fonético" de los hablantes de diferentes lenguas:

Respecto del "aparato fonético catalán", quien no quiera entenderle, que no entienda. Es de cajón que no se refería usted ni a peculiaridades en la laringe, cuerdas vocales o lengua. En cualquier caso, me parece que estas críticas se deben más a un intento demagógico de desvirtuarle que a otra cosa. Intentar achacarle a usted, con el ánimo que sea, un pretendido insulto fisiológico, no lleva más que a que el que pretende insultar se insulte a sí mismo.

Blanca Ballesteros difiere de mi apreciación sobre la tolerancia que expresan los angloparlantes respecto a los extranjeros que hablan mal su idioma. Doña Blanca opina lo contrario, que "los británicos enseguida te ponen la etiqueta de que hablas broken English (= inglés chapurreado). Y sinceramente a mí tampoco me sienta bien que personas que llevan decenas de años en un territorio no sean capaces de hablar un estándar mediano". Supongo que se refiere al idioma privativo de ese territorio. Francamente, a mí no me produce ninguna insatisfacción ese hecho de que un extranjero hable mal el español. Algunos españoles, cuya lengua materna no es el español, también se expresan mal en la lengua común. No me parece que haya que irritarse por una cosa así. Mi experiencia de los Estados Unidos es que allí se hace gala de una admirable tolerancia para los que hablan (hablamos) un inglés chapurreado.

Rosario Martínez (española residente en Francia desde hace 12 años) confirma mi impresión de que los franceses son intolerantes con los extranjeros que arrastran su acento de origen. En cambio, su experiencia le dice que "los hispanohablantes somos mil veces más tolerantes con los que intentan hablar nuestra lengua". Insisto en mi tesis: esa tolerancia es la clave para diagnosticar la capacidad expansiva de una lengua.

Sobre la tolerancia lingüística Alfonso opina: "No estoy en absoluto de acuerdo con el lector Alejandro Puig Barañac acerca de que a un castellanoparlante que hable mal el catalán no se le pueda decir nada. ¡No hay más que leer lo que dicen de Montilla los nacionalistas catalanes! ¡Si ni siquiera le perdonan que sea andaluz!". Personalmente, no encuentro criticable que Montilla hable mal el catalán. Lo malo es que tampoco habla bien el español. Aunque lo verdaderamente rechazable es su comportamiento político, particularmente nefasto para Cataluña y, por tanto, para España.

Agustín Fuentes critica el abuso que se hace del verbo "proponer". Por ejemplo se dice enfáticamente: "Esta ruta del vino propone...". Definitivamente, "lo de proponer está de moda, los restaurantes proponen, los peluqueros proponen, el programa de televisión propone, todo el mundo propone cosas, y hasta las cosas proponen cosas". Frente a ese abuso, don Agustín sostiene que "una propuesta es algo personal, concreto y razonado, que se hace con ánimo de que llegue a ser realidad, porque se basa en alguna expectativa de interés por la otra parte a la que le hace la propuesta". Estoy de acuerdo con don Agustín sobre ese exceso de individuación.

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