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Samuel Gregg

La nueva batalla campal en Europa

Cuando varias empresas alemanas se mudaron a Eslovaquia, el anterior canciller acusó a ese país de actuar de manera "no-europea". Aparentemente, para ser realmente europeo hay que darle al Gobierno la mitad de los ingresos.

Suiza es una de las naciones más pacíficas y neutrales, por lo que la asociamos con relojeros, gente esquiando, vacas pastando y preciosos picos nevados. Por ello sorprende que se haya convertido en el blanco de airadas protestas de parte de políticos y burócratas europeos. El tono de las críticas nos hace pensar que se trata de horribles violaciones de los derechos humanos.

Pero no, la furia se dirige a las bajas tasas de impuestos en Suiza y la explosión fue causada por la decisión de la estrella roquera francesa Johnny Hallyday de mudarse a Gstaad, Suiza, por estar cansado de pagar impuestos exorbitantes en Francia.

Hallyday se une así a muchos otros exilados fiscales y a empresas francesas, alemanas, italianas y austriacas que prefieren pagar impuestos de un máximo del 21% en Suiza. Esto ha disparado una intensa competencia entre los diferentes cantones suizos para atraer inversiones.

Por ejemplo, en enero de 2006, el cantón de Obwalde redujo su tasa corporativa al 6,6%, atrayendo a 376 nuevas empresas. Por eso grandes empresas como IBM y Google se han establecido en Zurich. Por ello, los políticos socialistas franceses acusan a Suiza de "saquear" a sus vecinos. Extraña reacción, ya que a nadie se le obliga a mudarse a Suiza y más bien parece que los "saqueadores" son los políticos franceses, quienes obligan a las empresas a emigrar y a los ciudadanos a sacar su dinero con los aumentos de impuestos promulgados a lo largo de los últimos 40 años.

El nuevo embajador de la Unión Europea en Suiza acusa a ese país de ofrecer un subsidio injusto que supuestamente viola el Acuerdo de Libre Comercio Europeo, pero no menciona los subsidios de la UE a los agricultores que tanto daño han hecho a América Latina.

La respuesta del Gobierno suizo es que no ha firmado ningún acuerdo de igualar impuestos. Por cierto que "igualar impuestos" en la UE jamás significa reducirlos. Por ello, cuando varias empresas alemanas se mudaron a Eslovaquia, el anterior canciller acusó a ese país de actuar de manera "no-europea". Aparentemente, para ser realmente europeo hay que darle al Gobierno la mitad de los ingresos.

Parte del problema es que los economistas examinan los impuestos en cuanto a su eficiencia. Pero eficiencia y moralidad no son lo mismo. Y tenemos que remontarnos a la España del siglo XVI para encontrar una discusión seria y rigurosa de la moralidad de los impuestos. Ese debate fue causado por la alteración de la moneda, los aumentos de impuestos y la bancarrota del Gobierno de Felipe II.

En reacción, teólogos como Pedro de Navarra insistían que no era suficiente que el Gobierno legislara un impuesto para que éste se considerara justo. La legislación impositiva debería ajustarse a otros criterios de equidad. ¿Existe, acaso, una necesidad genuina para la imposición de nuevos impuestos? ¿Son los impuestos propuestos equitativos y proporcionados, moderados o excesivos?

Esos mismos académicos insistían en que imponer impuestos para pagar los despilfarros del Gobierno es inmoral y hasta tiránico. En ciertos casos, la gente se debe negar a pagarlos, especialmente si tales impuestos llevan al país a la ruina

En lugar de utilizar un lenguaje de falsa moralidad al acusar a Suiza, quizás la Unión Europea debiera aplicar a sus regímenes impositivos el criterio de la España del siglo XVI. Sus actuales sistemas no sobrevivirían tal escrutinio y lo que se necesita es una mayor simetría entre el análisis moral y la responsabilidad fiscal. Aun en la UE, la recaudación no tiene por qué ser un robo.

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