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Álvaro Vermoet Hidalgo

La izquierda neofranquista

Como a la gente de derechas, especialmente a los liberales, no nos gusta asociarnos, la izquierda lo ha tenido facilísimo para copar con sus asociaciones todas las instituciones falsamente representativas en el ámbito de la educación

La transición a la democracia que pactaron el establishment franquista y la oposición comunista condicionó el desarrollo político de la izquierda y la derecha. En lo educativo, la izquierda asoció la disciplina con el franquismo, es decir, la autoridad con el autoritarismo. Y de esa gran idea vino todo su "pedagogismo postmoderno", cuya preocupación fundamental es que una instrucción pasada de moda pudiera aplastar la incipiente personalidad del alumno.

La derecha, con el legítimo fin de distanciarse del anterior régimen, asumió el nuevo lenguaje de la izquierda, lo que llamamos la corrección política, que acusa a todo el que se sale de él de extrema derecha. Entre otras cosas, la derecha asumió que su lugar debía ser el "centro", lo que da a la izquierda la potestad de juzgar quién es y quién no es centrista. Y con el "centro" llegaron palabras como la "convivencia", la "participación" o la "comunidad educativa" (padres, madres, alumnos, alumnas, profesores, profesoras... todos educando a todos).

Y como a la gente de derechas, especialmente a los liberales, no nos gusta asociarnos, la izquierda lo ha tenido facilísimo para copar con sus asociaciones todas las instituciones falsamente representativas, creadas con el acuerdo de la derecha. Por eso los consejos escolares ni son democráticos ni representan a la "comunidad educativa", porque las asociaciones de padres y alumnos representan a sus asociados, en la inmensa mayoría de los casos militantes de la izquierda más radical.

No es de extrañar que quien supuestamente viene representando a los padres madrileños –realmente, a los asociados a una federación radical de izquierdas– sea la número 14 en la lista del PSOE para Madrid. La derecha tiene que reaccionar ya. No creando sus propias asociaciones, porque eso sería renunciar a sus convicciones individualistas, sino denunciando la falsa representatividad de todo este conglomerado de asociaciones subvencionadas (mayoritariamente por contribuyentes votantes del PP).

Está claro que, cuando en Madrid gana una y otra vez la derecha liberal y nacional que representa el Partido Popular de Esperanza Aguirre, las asociaciones del PSOE y a la izquierda del PSOE no pueden ser representativas de los padres, los alumnos o los profesores. Basta hablar con cualquier profesor, para darse cuenta de que a nadie representan quienes –como la número 14 de Simancas– dicen que el profesor ya tiene autoridad, que las normas no pueden ser sólo para los alumnos y que no hay que superponer los derechos del agresor a los de las víctimas.

El PSOE acusa a la Comunidad de Madrid de "neofranquista" por haber decidido que los colegios tienen que exigir a los alumnos unas normas de conducta de puro sentido común, y que los profesores tienen derecho a castigar a quienes las violen sin convocar esos consejos escolares copados por la izquierda. Pero esa normativa demuestra lo contrario: que en Madrid la derecha liberal ha superado ese complejo histórico. Es la izquierda la que demuestra ser auténticamente "neofranquista" al esperar una derecha sumisa a sus sindicatos y asociaciones, que han llegado al ridículo con tal de no reconocer el fracaso de su gran idea educativa.

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