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Carlos Semprún Maura

El tigre de papel

Chirac quiso imitar al general De Gaulle con su política antidemocrática antiyanqui, su piratería en África y sus carantoñas a Rusia y China. Pero, claro, nunca tuvo el carisma y la estatura del general, con lo cual, y gracias a Dios, hizo el ridículo.

De todas las intervenciones televisadas del presidente Chirac, la última ha sido la peor. Lo único que se sacó en limpio es que tiraba la toalla y no volvía a presentarse. Sobre todo lo demás no dijo nada. No dio su opinión sobre la campaña ni dijo una palabra sobre Sarkozy, el candidato oficial de "su" mayoría. Se limitó a decir que lo haría más adelante, quién sabe si el año que viene. Todo lo demás fue la habitual bazofia de autobombo y demagogia: amo a Francia, amo a los franceses y os amo (es decir, me amo); Francia es un país único, diferente, con una misión divina en el mundo, y todo lo que he realizado es formidable. Ni siquiera faltó la condena fulminante del malvado liberalismo. Sólo Le Pen es más antiliberal que él.

Es la hora del balance y la mayoría de los políticos y de los periodistas, aunque critiquen más o menos su política interior, coinciden en que en política internacional fue macanudo, sobre todo su "no" a Bush con la guerra de Irak. Pues la verdad es que ha sido un tigre de papel o, dicho en castizo, mucho ruido y pocas nueces. En política interior fue nefasto, demagógico y cobarde a la vez, temblando ante las necesarias reformas, pero en política internacional fue peor. Quiso imitar al general De Gaulle con su política antidemocrática antiyanqui, de apoyo a las dictaduras del llamado Tercer Mundo, su piratería en África y sus carantoñas a Rusia y China. Pero, claro, nunca tuvo el carisma y la estatura del general, con lo cual, y gracias a Dios, hizo el ridículo.

Demostrando, una vez más, mi portentosa objetividad, señalaré algún caso en el que no se portó del todo mal. Abandonado el apoyo de Mitterrand a Milosevic, fue partidario de una intervención militar en Bosnia aunque sin Estados Unidos, en esa como en otras ocasiones, de nada hubiera servido la posición de Chirac. Francia no tiene ejército, ni ganas de guerrear. Rompió la tradición instaurada por De Gaulle, según la cual el régimen de Vichy no era Francia porque él se la llevó a Londres, afirmando que el país galo era responsable de la deportación de los judíos franceses y extranjeros que vivían allí durante la ocupación nazi.

Asimismo, y aún sucumbiendo a la peligrosa regresión infantil medioambiental, siempre defendió tanto la energía nuclear civil como la militar. Con lo cual demuestra una total incoherencia: una de cal "ecológica" y otra de arena progresista y nuclear, pero algo es algo. Chirac fue el más antieuropeísta de todos los presidentes franceses pero también en esto fue enrevesado, hipócrita y torpe. Hizo campaña para el al referéndum sobre la Constitución, deseando la victoria del no. Con supina arrogancia y grosería, intentó sacar la máxima tajada para Francia de las instituciones y subvenciones europeas, a las que odia fingiendo defenderlas, sin proponer nunca la menor alternativa. Ni siquiera la de su "modelo", De Gaulle: una Europa de las Naciones, libres, soberanas y solidarias.

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