Menú
GEES

Un paso significativo en la crisis iraní

No se puede jugar a todas las barajas al mismo tiempo. El apoyo a Irán tiene un precio, como el respaldo chino a Corea del Norte, que está en la base del rearme japonés y de su acercamiento a Estados Unidos.

El Gobierno ruso acaba de comunicar que no proveerá de uranio enriquecido a la central nuclear de Bushehr a menos que Irán suspenda su programa nuclear. La central de Bushehr está siendo construida por empresas rusas y tiene como característica que el combustible será proporcionado y retirado tras su uso por Rusia. La central, que está casi acabada, fue puesta como modelo por la diplomacia norteamericana. En su opinión representaba la forma de satisfacer el deseo iraní de disponer de mayores recursos energéticos –sus reservas de gas y petróleo no les parecen suficientes– y, al mismo tiempo, de garantizar la seguridad de sus vecinos. Como ha insistido el Consejo de Seguridad, no hay problema en que Irán disponga de centrales nucleares, siempre y cuando el combustible llegue desde el exterior. Tras haber engañado sistemáticamente a la Agencia Internacional para la Energía Atómica, Irán carece de credibilidad para poder confiar en que su programa nuclear no sea desviado hacia fines militares.

Rusia ha sido el principal valedor de Irán en el Consejo de Seguridad. Sus intereses económicos en ese país, el deseo de contener la influencia de Estados Unidos en la región y, muy posiblemente, el dar por perdido el régimen de no proliferación han sido fundamentales en su postura.

La nueva posición es un hecho relevante que pone de manifiesto la existencia de un debate interno así como una nueva evaluación de intereses. ¿Qué elementos han podido influir en este cambio? Es pronto para poder hacer afirmaciones categóricas, pero podemos aventurar algunas hipótesis.

  1. Irán no ha pagado a las empresas rusas con la regularidad debida los costes de la construcción de la central nuclear. El malestar en Moscú era conocido y es muy probable que esta circunstancia haya afectado la decisión tomada, aunque dudamos que fuera determinante.
  1. Rusia es consciente de la relativa debilidad política de Ahmadineyad y del grave estado de salud de Jamenei y puede haber considerado que era el momento de realizar este acto de fuerza para tratar de contener una crisis que se vuelve en contra de sus intereses.
  1. El apoyo a Irán y, consiguientemente, su responsabilidad en la quiebra del régimen de no-proliferación está dañando gravemente la imagen internacional de Rusia, sobre todo allí donde más les preocupa: Europa. Desde hace décadas los mandatarios de Moscú han tratado de romper el vínculo estratégico entre Europa y Estados Unidos, para garantizarse un vecindario más acomodaticio a sus demandas así como unos ricos mercados. Los europeos son sensibles al problema de la proliferación, en ninguna otra parte del mundo hay tanta fe en las políticas de control de armas y el comportamiento de Rusia refuerza los viejos prejuicios sobre este país.
  1. La gota que ha colmado el vaso ha sido la ampliación a Europa del sistema contra misiles balísticos norteamericano. En concreto, la instalación de un radar en Chequia y de lanzadores de misiles en Polonia. La frívola política iraní de Moscú ha tenido sus consecuencias. Algunos estados europeos, conscientes de que las nuevas generaciones de misiles iraníes Tsahal-IV tendrán un radio de acción capaz de golpear en buena parte del viejo continente, han optado por aceptar la invitación de Estados Unidos para incorporarse a su defensa antimisiles. Eso no hubiera ocurrido si Rusia hubiera colaborado fielmente desde el principio en bloquear la iniciativa iraní. Esas instalaciones tendrán una utilidad frente a la amenaza de los ayatolás, pero también suponen una importante fuente de información e influencia de Estados Unidos en la región.  Exactamente lo contrario de lo que Rusia quiere. Moscú ha amenazado con denunciar algunos acuerdos de control de armamento vigente, en concreto sobre misiles de corto y medio recorrido. Si eso ocurriera sería por su culpa.

No se puede jugar a todas las barajas al mismo tiempo. El apoyo a Irán tiene un precio, como el respaldo chino a Corea del Norte, que está en la base del rearme japonés y de su acercamiento a Estados Unidos.

En las próximas semanas veremos hasta dónde llega el giro ruso. En cualquier caso la nueva posición supone un dato significativo de cómo se valora en Moscú la evolución de los acontecimientos en torno a la crisis iraní.

En Internacional

    0
    comentarios