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Juan Manuel Rodríguez

Del graciosete de Tarifa al justiciero de Pedro Muñoz

Luis Fernández ha terminado por extraer la conclusión de que es realmente gracioso, cuando en realidad, como dije al principio, tiene la gracia allí donde la espalda pierde su casto nombre, o sea, en el culo.

El problema de Luis Fernández es que se cree que es muy gracioso cuando en realidad no lo es. Yo creo que Luis Fernández tiene la gracia allí donde la espalda pierde su casto nombre, o sea en el mismísimo culo. Pero, para ser del todo sincero, tendré que reconocer que los periodistas deportivos hemos ayudado a que Fernández saque una conclusión equivocada acerca del nivel real de su vis cómica. Le jaleamos, le aplaudimos, le reímos las gracias como suelen hacer los pelotas con sus jefes y luego le llamamos "machote"; y él, entre tanto aplauso y tanta risa de lata, ha terminado por extraer la conclusión de que es realmente gracioso, cuando en realidad, como dije al principio, tiene la gracia allí donde la espalda pierde su casto nombre, o sea, en el culo. Si, en vez de ser un entrenador de fútbol famoso, Fernández fuera técnico en evaluación del impacto ambiental o anillador de aves migratorias, por poner sólo un par de ejemplos que me vienen a la cabeza, nadie le reiría los chistes salvo, naturalmente, que estos tuvieran gracia de verdad. Alguien del Betis tendría que decirle a Luis Fernández que él no la tiene, no tiene gracia.

Juande Ramos, que quiso poner el punto de sensatez tras el botellazo, es el ejemplo más claro que se me ocurre de una persona desaborida y triste, el polo opuesto de Luis Fernández. A la conclusión de esos inacabables, infinitos e interminables treinta y tres minutos que quedaban por disputarse desde los tiempos de María Manuela, Juande quiso meterle el dedo a Fernández en el ojo del Betis, uno de los equipos en los que precisamente ha estado trabajando él. Y si el entrenador del Sevilla fue la responsabilidad personificada justo al día siguiente de que la agresión de un loco le sacara en camilla del estadio Manuel Ruiz de Lopera, ayer se pasó tres pueblos tratando de humillar sin necesidad alguna al beticismo, confundiendo a un trabajador eventual (eso sí, sin ninguna gracia) con el club verdiblanco y revolviendo otra vez el gallinero cuando el patio ya estaba tranquilito.

Así que entre el graciosete de Tarifa y el vengador justiciero de Pedro Muñoz quieren volver a liarla en Sevilla. Chufla, chufla... Dejando a un lado las tonterías que dijo Luis Fernández en Getafe, captadas oportunamente por un canal de televisión, hay algo que no le perdonaré jamás al actual entrenador del Betis, y es que con sus payasadas haya conseguido que José María del Nido quede como un gentleman amante del fair play. Sólo alguien tan torpe como Fernández podía conseguir semejante proeza. ¡Qué nivel, Maribel!

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