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Fundación Heritage

La menguante libertad de expresión en la ONU

Los racistas asesinos y violadores de las mujeres de Darfur nos dicen que se sienten preocupados por los derechos humanos de las mujeres palestinas; a los ocupantes del Tibet les importa mucho la suerte de los ocupados

Brett D. Schaefer

Cuanto más cerca se observa a la ONU, más se da uno cuenta de lo desconectada que está de la realidad, especialmente cuando se debate sobre derechos humanos. Su sesgo y politización pudieron verse en todo su esplendor recientemente en la cuarta sesión del Consejo de Derechos Humanos (CDH) en el que se produjeron continuos ataques contra Israel así como intolerancia ante la crítica.

En su primer año, el CDH ha demostrado ser tan ineficaz haciendo frente a los abusos contra los derechos humanos y tan proclive a ataques motivados políticamente como su predecesor, la Comisión de Derechos Humanos. Y la trayectoria de aquel organismo era era tan mala que incluso Kofi Annan, ex secretario general de la ONU, admitió que "proyectaba una sombra sobre la reputación de la ONU en su conjunto" y pidió su reemplazo.

En una descorazonadora repetición de uno de los peores fracasos de la vieja comisión, el Consejo de Derechos Humanos mantuvo su primera "sesión especial" sobre Israel el verano pasado, y allí pasó una tendenciosa resolución condenando a esta nación e ignorando las provocaciones de los grupos palestinos armados. Esto se convirtió en un patrón. En sus tres primeras sesiones, el Consejo adoptó diez resoluciones que abordaban la preocupación por los derechos humanos en determinados países, ocho de las cuales condenaron duramente a Israel. Las tres primeras "sesiones especiales" del Consejo sobre cuestiones extraordinarias también hicieron de Israel el blanco de las críticas.

Mientras tanto se ignora la constante represión en Bielorrusia, Birmania, China, Cuba, Irán, Corea del Norte y Zimbabwe. Sólo bajo inmensa presión de medios de comunicación, grupos de derechos humanos y gobiernos occidentales se logró que el Consejo abordara la crisis de derechos humanos más urgente del mundo, el genocidio en Darfur. E incluso entonces una serie de estados miembros se opusieron a una "sesión especial" sobre Sudán y suavizaron con éxito dos resoluciones sobre la situación en Darfur.

La cuarta sesión del Consejo de Derechos Humanos, que en estos momentos se está celebrando en Ginebra, está siguiendo los pasos de su trayectoria profundamente decepcionante. El experto del Consejo en los territorios palestinos acusó a Israel de llevar adelante una política de segregación y de enormes crímenes contra los derechos humanos. Se esperan tres nuevas resoluciones condenando a Israel.

Ningún otro Estado es objeto de semejante escrutinio. De hecho, les costó mucho trabajo a los estados preocupados con la situación de Darfur lograr siquiera que el Consejo de Derechos Humanos escuchara la presentación de su propia "Misión de Alto Nivel", creada en diciembre pasado para evaluar la situación en la zona. No cabe esperar gran cosa del Consejo, como por ejemplo que vaya a hacer algo basándose en el informe o que condene a Sudán por negarse a cooperar con la Misión de Alto Nivel.

No obstante, semejante hipocresía es lo que uno debe esperarse de un Consejo que incluye entre sus miembros a Algeria, China, Cuba, Pakistán, Rusia, Arabia Saudí y otros estados de dudoso compromiso con los derechos humanos. Aún así, cabría esperar que un organismo de la ONU dedicado a fomentar los derechos humanos al menos no se separara demasiado de esos ideales durante sus deliberaciones. Lamentablemente, no es el caso.

En respuesta al evidente sesgo del Consejo contra Israel, Hillel Neuer de la ONG United Nations Watch, con sede en Ginebra, expresó su consternación y retó al Consejo a que cumpliese con los ideales de los que crearon originalmente la Comisión de Derechos Humanos en 1946 y convirtieron el fomento de los derechos humanos en un objetivo primordial de las Naciones Unidas:

Ante informes concluyentes provenientes del mundo entero sobre la tortura, persecución y violencia contra las mujeres, ¿qué es lo que el Consejo ha dicho y qué ha decidido? Nada. Su respuesta ha sido el silencio. Su respuesta ha sido la indiferencia. Su respuesta ha sido criminal.

Se podría decir, parafraseando a Harry Truman, que este Consejo se ha convertido en un órgano que no hace nada y que no sirve para nada bueno. Pero eso sería inexacto. Este Consejo, después de todo, sí que ha hecho algo. Ha pasado una resolución tras otra condenando a un solo Estado: Israel.

Neuer criticó la hipocresía del Consejo, haciendo notar que "los racistas asesinos y violadores de las mujeres de Darfur nos dicen que se sienten preocupados por los derechos humanos de las mujeres palestinas; a los ocupantes del Tibet les importa mucho la suerte de los ocupados y los carniceros de musulmanes en Chechenia se manifiestan preocupados por los musulmanes. Pero a estos autoproclamados defensores de los palestinos, ¿les importa de verdad los derechos de éstos?" A juzgar por la negativa del Consejo a condenar las atrocidades palestinas, la respuesta es "no".

Era lógico esperarse que muchos miembros del Consejo no estuvieran de acuerdo con la declaración de Neuer o tuvieran objeciones que hacerle. Sin embargo, el presidente del órgano fue aún más allá. Reprendió severamente a Neuer. Y en una acción sin precedentes, afirmó que no pensaba agradecer a Neuer por sus comentarios, una medida habitual que sigue a cada declaración hecha ante el Consejo, sin distinción. Fue más lejos aún y amenazó con borrar sus comentarios del archivo.

Si tomamos en consideración las afirmaciones hostiles, insultantes y deshonestas hechas antes por estados como Birmania, Corea del Norte y Sudán, queda claro que la libertad de expresión es un privilegio que se niega a las organizaciones de derechos humanos que se enfrentan al Consejo a causa de su pobre trayectoria, pero que se protege contundentemente en el caso de regímenes que violan los derechos humanos. Vaya forma de hacer desaparecer la "sombra" que Kofi Annan acertadamente criticó.

©2007 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Brett D. Schaefer está a cargo de Asuntos Regulatorios en el Centro Margaret Thatcher por la Libertad de la Fundación Heritage. Estuvo de observador en la cuarta sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

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