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Víctor Llano

¿Qué le regalará Moratinos a Castro?

Jamás hilvanó un discurso en el que demostrara algo de coherencia. Hoy no podría decir cuatro frases sin que todos los que le escucharan constataran que la enfermedad afectó, más que a sus vísceras, a sus neuronas.

Hugo Chávez confirmó este domingo lo que todos conocíamos. Castro estuvo "en peligro de muerte bastantes días". Si entonces mintió y lo negó, ¿por qué hemos de creer ahora que el peligro pasó? A pesar de que son muchos los sicarios de la descomunal trola castrista que insisten en que el máximo líder de los multimillonarios se recupera, lo cierto es que no han podido hacer público un documento que lo confirme. En cualquier caso, vamos a dar por bueno que ha recuperado algo de peso y de movilidad, que lo que queda de su estómago admite algunos alimentos y que su aspecto no ofrece el lamentable aspecto que ofreció no hace mucho; de lo que no podrán convencernos es de que volverá a recuperar lo que entregó.

Podrán fingir él y sus cómplices que recupera la gestión de las más de doscientas cárceles y de los miles de prostíbulos, podrá aparecer de vez en cuando con intención de que sus víctimas se acostumbren a vérselas con sus herederos; podrá, incluso, estrenar tres o cuatro chándales; lo que no le permitirán es que muestre a todos y por más de unos minutos que es ya muy poca la sangre que llega a su cerebro.

Jamás hilvanó un discurso en el que demostrara algo de coherencia. Hoy no podría decir cuatro frases sin que todos los que le escucharan constataran que la enfermedad afectó, más que a sus vísceras, a sus neuronas. Uno de los que podría constatarlo es Moratinos. Dicen que a nuestro ministro de Asuntos Exteriores le gustaría visitar la Isla-cárcel después de Semana Santa. Ni él mismo podría confirmarlo. Mucho menos Trinidad Jiménez, que borró de su agenda un viaje a La Habana dos días después de confirmarlo.

El Gobierno español no encuentra el modo de mantener buenas relaciones con los verdugos y al mismo tiempo simular que se apiada de sus víctimas. Sólo así se entienden sus dudas y sus desmentidos. Por mucho que se empeñen, los responsables socialistas no podrán conseguir que los cubanos vuelvan a confiar en ellos. Cruzaron el río para abrazar a sus carceleros. Ya no pueden regresar a la otra orilla. Podrán visitar a sus amigos y reunirse medio en secreto con dos disidentes, pero lo único que comprobarán es que se equivocaron de socios y que está muy próximo el fin de la pesadilla. ¿Qué le regalará Moratinos a Castro? ¿Un chándal? ¿O un rosario?

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