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Carlos Ball

El mal ejemplo de Washington

El Departamento de Comercio de Estados Unidos acaba de imponer aranceles a importaciones provenientes de China, con la excusa de "compensar los subsidios" que ese país da a los exportadores.

Una vez más, el Gobierno del presidente George W. Bush demuestra su incompatibilidad con principios básicos del capitalismo y el libre mercado. Es particularmente lamentable que el portavoz del reciente golpe al libre intercambio comercial haya sido Carlos Gutiérrez, el secretario de Comercio, nacido en Cuba, persona inteligente y simpática, con larga experiencia en el sector privado –fue presidente de Kellogg’s– y que es bien consciente de la miseria lograda por el dirigismo y planificación de Fidel Castro en la isla que antes conocíamos como "la perla del Caribe".

El Departamento de Comercio de Estados Unidos acaba de imponer aranceles a importaciones provenientes de China, con la excusa de "compensar los subsidios" que ese país da a los exportadores.

Durante años venimos oyendo sobre el supuesto daño causado por la "subvaluación" del yuan, la moneda china, cuando esto –de ser así– más bien beneficia claramente a los consumidores de Estados Unidos, quienes podemos comprar ropa y tantas otras cosas provenientes de China a precios más bajos.

Si alguna industria no puede competir con las importaciones es porque perdió su razón de ser. A sus dueños les conviene más invertir su capital en sectores en crecimiento y con futuro. Igualmente, sus trabajadores ganarán más en industrias que están creciendo, en lugar de aquellas que sobreviven gracias a favores políticos. La historia del éxito económico de Estados Unidos es la historia de los Rockefeller, Ford, Carnegie, Morgan, DuPont, Vanderbilt y millones de emprendedores desconocidos, quienes convirtieron a este país en el más rico y exitoso de la historia. Eso no lo lograron los burócratas y políticos en Washington interviniendo en el mercado y dirigiendo la economía.

La anunciada imposición de aranceles a China es de un 18%, aplicable al papel utilizado por revistas, pero lo realmente grave es que abre la puerta a multitud de industriales norteamericanos descontentos de tener que competir con productos chinos y que seguramente buscarán esa misma "protección" gubernamental.

Gutiérrez declaró: "el mensaje que desde hace tiempo estamos dando a nuestros socios comerciales es que queremos un intercambio comercial justo (fair trade) y que usaremos todos los instrumentos a nuestro alcance para asegurarnos que nuestros trabajadores y nuestras compañías gocen de un campo de juego nivelado".

Es una tragedia continental que mientras los gobiernos comunistas de Fidel Castro y Hugo Chávez propagan abiertamente sus ideas socialistas, Washington no defiende explícitamente las ventajas del libre comercio, sino que por el contrario habla de "comercio justo" e insiste en "nivelar el campo de juego"; es decir, imponer condiciones y regulaciones existentes hoy aquí, bajo las cuales Estados Unidos no hubiera podido crecer ni desarrollarse como lo hizo hace más de un siglo. "Nivelar el campo de juego" en realidad significa aumentar el desempleo y la pobreza en América Latina y demás regiones en desarrollo.

En 1789, los próceres fundadores resolvieron la inconstitucionalidad de imponer trabas al intercambio entre los estados de la unión porque sabían el daño que hace el proteccionismo.

Hoy, debemos tener claro que la principal razón del avance del socialismo en nuestro hemisferio es que los enemigos de la libertad promueven agresivamente una ideología conducente a mayor miseria y a migraciones masivas, mientras que los supuestos abanderados del capitalismo dan muestras de inseguridad, utilizan un lenguaje que la gente no comprende y actúan como lo hizo el 30 de marzo el Departamento de Comercio.

En Libre Mercado

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