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Carlos Rodríguez Braun

Pobres ecológicos

La mayor contaminación de los países ricos es sólo relativa: si comparamos la contaminación con la economía de los países, entonces los menos ecológicos son, con mucha diferencia, los países pobres.

La escritora Lucía Etxebarría, para apoyar sus ideas sobre el cambio climático, cita a Ricardo Carrere, coordinador internacional del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales. Don Ricardo felicita a los países subdesarrollados, porque no tienen coches, ni urbanizan, ni contaminan; así los saluda: "Bienaventurados los pobres que no producen el cambio climático". No es necesario ser de izquierdas ni políticamente correcto para tener simpatía por los pobres, pero la verdad parece ser la contraria de la que proclama el señor Carrere.

En efecto, la mayor contaminación de los países ricos es sólo relativa: si comparamos la contaminación con la economía de los países, entonces los menos ecológicos son, con mucha diferencia, los países pobres.

No es casual que estos países no hayan firmado el protocolo de Kioto: serán pobres pero no son idiotas, y saben que ese tipo de medidas frenan el crecimiento. Y es precisamente el crecimiento, asociado al capitalismo y a la libertad, lo que el pensamiento único pseudoprogresista abomina: de ahí la expresión "urbanismo salvaje", que tanto gusta a El País, y que evoca el "capitalismo salvaje", clásica consigna de quienes jamás se preguntaron por lo salvaje (y contaminante) que puede ser el no capitalismo.

Hablando de salvajes, el mito del buen salvaje late detrás de esta absurda idea de idolatrar a los pobres por serlo. Benditos, dice el señor Carrere, porque no tienen coches ni casas. Mejor sería, en cambio, que los tuvieran, porque ello indicaría que dejan atrás la pobreza y, en ese proceso, además, podrán llegar a contaminar relativamente menos.

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