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John Stossel

Políticos dedicándose monumentos

Entiendo el motivo por el que a los políticos les gusta tener edificios con sus nombres. Es un estímulo a su ego. Y la publicidad gratuita no le hace precisamente daño. Pero no tendrían que ser los contribuyentes quienes lo pagaran.

¿Por qué dejamos que los políticos se dediquen construcciones unos a otros? Comprendo que se erijan monumentos para honrar a líderes como Washington o Jefferson. ¿Pero monumentos a miembros vivos y activos del Congreso? ¿No habremos bajado demasiado el listón? Todo lo que un congresista tiene que hacer hoy para ver su nombre grabado en un edificio es regalar a su electorado suficientes fondos públicos federales.

El senador por Mississippi Trent Lott tiene montones de edificios bautizados en su honor: un instituto, un aeropuerto, el Centro Trent Lott en la Universidad estatal de Jackson, el Instituto de Liderazgo Trent Lotty algunos más. El senador por Virginia Occidental Robert Byrd tiene aún más cosas bautizadas en su honor. Mi programa, 20/20, descubrió más de treinta edificios, un puente y hasta un telescopio.

Esta práctica de bautizar edificios en honor a figuras públicas vivas es relativamente nueva. El monumento a Lincoln no se erigió hasta más de cincuenta años después de la muerte del homenajeado. El monumento a Washington se construyó ochenta y nueve años después de que éste muriera.

Hay un político quiere detener tanta auto-glorificación. Dan Greenberg, legislador del estado de Arkansas, presentó la "ley de prevención de complejos de edificios", que prohibiría a los políticos de su estado bautizar edificios en honor a sí mismos. "A mí me parece demasiado similar a emplear dinero del contribuyente para erigir templos en honor a personas vivas", me dijo.

Los políticos de Arkansas son tan culpables como todos los demás de conmemorarse entre ellos. El anterior gobernador, el republicano Mike Huckabee, que ahora se presenta a presidente, tiene un montón de cosas bautizadas en su honor, hasta el extremo de que hasta su esposa Janet ha sido honrada, por ejemplo, con el Lago Mike y Janet Huckabee o la Reserva Natural Janet Huckabee.

Lo que movió a Greenberg a intentar detener esta tontería fue descubrir que un parque estaba dedicado a él y otros legisladores más. Una de las homenajeadas se quejó de que el cartel con su nombre no utilizaba sus colores de campaña. "Aquello fue de tan mal gusto, que simplemente tuve que decirme: '¡basta!'", recuerda Greenberg. Pero otros políticos se burlaron de su idea, y la ley de prevención de complejos de edificios fue tumbada en comité por 11 a 3.

En Jackson, Mississippi, semejante egocentrismo político provoca controversia. Allí hay muchos que quieren que el nuevo tribunal federal sea bautizado en honor a uno de los primeros abogados negros del estado, el difunto R. Jess Brown, que representó a James Meredith en su intento por asistir a la Universidad de Mississippi y a Medgar Evers, el activista de los derechos civiles que más tarde fue asesinado.

Pero el senador Lott tiene otra idea en mente. Cree que el tribunal debería ser llamado Tribunal Federal Cochran en honor de su colega el senador Thad Cochran, porque fue él quien consiguió que el Congreso se gastara 100 millones de dólares del erario público para construirlo. Eso ha enfurecido no sólo a los hijos de Brown, sino también a muchos otros ciudadanos de Jackson que quieren ver honrado al defensor de los derechos civiles. La oficina de Cochran afirma que el senador es demasiado modesto como para hacer comentarios sobre el asunto. Pero el senador Lott defendió su esfuerzo, diciendo:

Los votantes de Jackson enviaron a Thad a Washington donde llegó a ocupar la presidencia de poderosos comités del Senado que impulsaron proyectos que mejoraron la calidad de vida de todos los habitantes de Mississippi. Es responsable de la financiación por parte del Congreso del nuevo tribunal de Mississippi, motivo por el cual los residentes de Jackson y la comunidad legal de Mississippi desean que lleve su nombre.

¡Déme un respiro! ¿Los residentes de Jackson quieren esto? ¿Cuáles? La mayor parte de aquellos a los que preguntamos en 20/20 se oponían, diciendo cosas como: "Que no le pongan el nombre de un político. ¡Los políticos ya reciben suficiente del público norteamericano!"

Estoy de acuerdo. Entiendo el motivo por el que a los políticos les gusta tener edificios con sus nombres. Es un estímulo a su ego. Y la publicidad gratuita no le hace precisamente daño a sus perpetuas campañas de reelección. Pero no tendrían que ser los contribuyentes quienes pagaran por sus monumentos a sí mismos.

En esta semana otro político dijo "basta" a la auto-glorificación de los políticos. El plausible candidato presidencial Fred Thompson solicitó a un legislador que retirase su plan de bautizar un trecho de la autopista 43 como "Fred Thompson Boulevard". Tal vez cree escuela.

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