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Ahí os las den todas

Después de Afganistán quedan todavía dádivas por hacer. Ceuta y Melilla, quizás por separado, para disfrutar de mayor número de prórrogas, a ver si mientras tanto los malditos norteamericanos derrotan a los malditos terroristas de una maldita vez

Ahora que la actualidad norteafricana ha hecho que vuelva a ser apremiante la cuestión de en qué medida nos amenaza el yihadismo, el gobierno trata de lavarse las manos preventivamente insinuando que, después de todo, a salvo, a salvo no estamos. Los 192 muertos y las concesiones a quienes los mataron fueron un tesoro pero no un cheque en blanco a perpetuidad, viene a decirnos, porque no hay banco islámico que los admita. El tiempo no transcurre en vano y se acercan nuevas elecciones. Tanta mención a Al Andalus en los últimos comunicados y fatwas es muy sospechosa. Lo mismo llega desde las inhóspitas y cavernosas montañas que separan a Pakistán de Afganistán que de la capital de la vecina Argelia. Es su manera de expresarse y hay que entenderlos. Esta gente no se anda con bromas y quiere que se la escuche o se ponen muy brutos.

Algo habrá que darles. Por ejemplo, una retiradita de Afganistán. ¡Total, para lo que allí hacemos! O para que no haya equívocos: ¡Para lo que les dejamos hacer a nuestros militares! Ese plural de primera persona se refiere, claro está, a los que nos mandan. Sólo servimos para que nos cuenten y poco más. Nuestros aliados se tragan sus protestas porque quieren al menos contarnos dentro. ¿Se las van a tragar los que nos quieren contar fuera? Lo suyo es el arrebato divino, no el dominio de las pasiones. Al fin al cabo la concepción zapatérica de la legendaria furia española es salir corriendo a la mayor velocidad posible de donde está el peligro. O tratar de amansarlo cuando no hay hacia donde correr, ya se trate de nacionalismo centrífugo o terrorismo accidental, que los crímenes sólo los ven los fachas y fachas son todos los que no comulgan con suelas de zapatero.

Salirse es meterle un puyazo más a la tambaleante OTAN. ¿No es eso glorioso? ¿No iba a desencadenarse la Tercera Guerra Mundial con nuestra entrada? Lo proclamaban a los cuatro vientos las mentes más preclaras del momento, como Felipe González, Alfonso Guerra o Javier Solana. Luego prevaricaron, como el socialismo entero con sus fábulas económicas para proletarios, pero ya estos ilustres predecesores trataban de aplacar a la pobre Unión Soviética, que si por ellos fuera seguiría marchando hacia un radiante porvenir.

Fuera todo son ventajas. Zapatero podrá ponerle los muertos que los islamistas matan, en rápido aumento según todos los pronósticos, a la cuenta del señor Bush, tal y como hace en Irak. Quizás incluso se le puedan buscar las vueltas a Aznar, que también apoyó esa guerra que tampoco había autorizado las Naciones Unidas, y si no se han enterado relean las resoluciones pertinentes, que no existe la palabra guerra en el vocabulario onusino, nunca desde luego para aprobarlas, ni en Kosovo, ni en Kuwait, ni siquiera, en contra del mito, en Corea. Jamás de los jamases. La salida se hará a plena satisfacción del pueblo de la izquierda, tan pacifista él. También hay que arañar los votos comunistas, adoradores de las revoluciones legales y aborrecedores de guerras ilegales, siempre al desquite de la ilegal derrota que les infligieron en la Guerra Fría.

Y después de Afganistán quedan todavía dádivas por hacer. Ceuta y Melilla, quizás por separado, para disfrutar de mayor número de prórrogas, a ver si mientras tanto los malditos norteamericanos derrotan a los malditos terroristas de una maldita vez, antes de que se nos acabe la cuerda.

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