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Francisco Cabrillo

Marxismo obligatorio

Los chinos saben bien lo que significaron la instrucción en el marxismo-leninismo, la lucha por la "pureza" de la doctrina, la represión a los disidentes o la desconfianza hacia quienes no se mostraban entusiastas con la verdad oficial.

Desde luego, hay países que no tienen solución. Parece que al ministro de Trabajo venezolano no se le ha ocurrido nada más inteligente para mejorar la economía del país que preparar una ley por la que se obligará tanto a la administración pública como a las empresas privadas a permitir que sus empleados dediquen algunas horas de su jornada laboral a estudiar marxismo. Y, para dar ejemplo, ha dispuesto que los funcionarios de su ministerio dediquen cuatro horas a la semana a recibir formación socialista.

La idea es, desde luego, bastante disparatada, pero no sorprendente. Chávez está dispuesto a llevar a su país a una dictadura socialista en el plazo más breve posible. Para ello no basta con la censura, el cierre de medios de comunicación o la nacionalización de empresas, fincas u hospitales privados. Es preciso también adoctrinar a la población para que conozca, en la versión oficial, "la evolución de Venezuela y el materialismo histórico" (sic).

Siempre me ha parecido sorprendente la fe en la utilidad del estudio del marxismo que existe en muchos países de Hispanoamérica. Por citar sólo un ejemplo, conozco bien la ciudad de México y he visitado algunas de sus excelentes librerías. Y una de las cosas que más me ha llamado la atención es que, en ellas, exista una sección dedicada a libros sobre "marxismo", en la que se pueden encontrar desde obras de Marx o Lenin hasta toda esa serie de libros sobre el imperialismo o la teoría de la dependencia que tanto auge tuvieron hace treinta o cuarenta años. Libros nuevos ciertamente pocos, porque casi nadie con sentido común escribe ya sobre estos temas.

Pero parece que, en las aulas, las ideas del viejo marxismo siguen hoy muy presentes. Y me temo que yo mismo he pasado por alguna situación incómoda al recomendar a estudiantes mexicanos que cambiaran de inmediato sus estudios y sus libros de texto. Creo con Keynes que las ideas son más poderosas de lo que suele pensarse y que casi siempre hay algún antiguo economista detrás de muchas de las ideas absurdas que hoy se presentan como novedosas. Y estoy convencido de que mientras los estudiantes sigan pensando que es en los libros marxistas en los que deben centrar su formación económica, su país va tener serios problemas para lograr el desarrollo económico.

Lo que Chávez quiere hacer tiene muchos antecedentes, todos los cuales han terminado muy mal para la población a la que se adoctrinó con tanto entusiasmo. Pero pocas naciones sufrieron tanto de la enseñanza oficial del marxismo y las ideas revolucionarias como China en la larga dictadura de Mao. Los chinos saben bien lo que significaron la instrucción en el marxismo-leninismo, la lucha por la "pureza" de la doctrina, la represión a los disidentes o la desconfianza hacia quienes no se mostraban entusiastas con la verdad oficial.

Hoy todo esto queda, afortunadamente, muy lejos; China es un ejemplo de cómo la economía de mercado es capaz de sacar de la miseria a cientos de millones de personas en un período relativamente corto de tiempo. Pero cientos de miles de personas murieron en aquel proceso demencial de imposición del socialismo y aún queda mucha gente que fue víctima de los campos de concentración y de reeducación, del destierro o de largas condenas de cárcel por no haber asimilado con suficiente diligencia la doctrina. Me pregunto qué pensarán cuando vean lo que quiere hacer Chávez. Seguramente que el ser humano no tiene arreglo.

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