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Antonio Robles

Libertad de prensa

En este lento y persistente proceso la prensa ha tenido una importancia capital. Había libertad de expresión, pero controlados los centros de poder de la información por el nacionalismo, la libertad de expresión ha sido sesgada y cribada.

La libertad de prensa es un logro colosal de la libertad política, hoy felizmente asegurada en nuestro Estado de Derecho. Pero no crean, hay muchas maneras de darle esquinazo para mangonearla en cualquier sociedad democrática. También en Cataluña. Nadie podría decir en Cataluña que no hay libertad de prensa, pero cualquiera que examine la situación cuidadosamente se dará cuenta con rapidez de que existen múltiples trucos para no hacerla efectiva.

No basta que podamos decir, nombrar y publicar; es preciso acceder a la información, es imprescindible que no nos la oculten, sobre todo que no lo haga el poder político. "Això no toca". Esta sentencia que llegó a popularizar Jordi Pujol le servía al ex presidente para modular la información gubernamental a su antojo. Ahora, el presidente de la Generalitat, Josep Montilla, repite esas prácticas ordenando a la cúpula del PSC que no entre en polémica con Maragall a propósito del Estatut. Visto el gran esfuerzo para llevar adelante la reforma del Estatut, el ex presidente ha dicho que "no ha valido la pena", y ha añadido que posiblemente tendríamos que haber reformado la Constitución antes de hacer el Estatut.

Ante declaraciones tan estrafalarias después de lo que ha dicho y hecho en defensa de ese Estatuto, Montilla ha aplicado a Maragall lo que ha venido aplicando el nacionalismo en general y el partido socialista de Cataluña en particular a la totalidad de los ciudadanos de Cataluña estos últimos veinticinco años: silencio para todo aquello que ponga en cuestión el modelo de sociedad virtual nacionalista.

Durante casi tres décadas Montilla y los suyos han filtrado la realidad para darla en papilla nacionalista digerible a su gente. El resultado ya lo conocen: el partido socialista ha servido para metabolizar a la población de raíz cultural española y entregarla al dominio del nacionalismo catalanista.

En este lento y persistente proceso la prensa ha tenido una importancia capital. Había libertad de expresión, pero controlados los centros de poder de la información por el nacionalismo, la libertad de expresión ha sido sesgada y cribada.

Es verdad que la eliminación de la libertad de prensa sólo se da en los países no democráticos, pero en los que lo son, no toda libertad de prensa tiene la misma salud. El ninguneo, nepotismo y sectarismo de los poderes fácticos del nacionalismo catalán han demostrado en estos últimos veinticinco años que la libertad de prensa no siempre ha pasado el control de calidad.

En España

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