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José Antonio Martínez-Abarca

Colombo desobedece a Tráfico

El anuncio de la Dirección General de Tráfico es en realidad una manifestación de melancolía frente a lo poco socialista de las potencias del cosmos: "no podemos conducir por ti". "Pero nos quedamos con unas ganas que para qué", parece seguirse

El actor bisojo Peter Falk, el inolvidable Colombo, hace en uno de los muchos largometrajes en que participó como secundario una imitación del duro Humphrey Bogart y, en un momento dado, dice que habla tanto que a veces se olvida hasta de mear, y que tiene que ir al retrete. "¿Quieres que te acompañe?", le dice la rubia fatal de turno. "Gracias, encanto, pero hay cosas en la vida que un hombre debe de hacer por sí mismo", responde Colombo/Bogart. Hoy en El País lo hubiesen acusado de "irresponsable y antisocial". Por querer miccionar solo, sin intervención del Estado en un socorro no pedido.

La vicepresidenta de la Vega, la máquina expendedora de los insultos sistemáticamente mejor valorados por la demoscopia, hubiese asegurado que son unas declaraciones "que se descalifican por sí mismas", y estaría servida la campaña orquestada contra el hombre que pretendiera sacudirse la última gotita en solitario, ésa que siempre va a parar al pantalón.

Eso es exactamente lo que le ha pasado al ex presidente Aznar, a quien se le ha ocurrido rechazar la ayuda de papá administración a la hora de conducir su coche, porque cree que él, como cualquier ciudadano adulto, debe hacerse responsable de lo suyo. ¡Responsable de lo suyo! Ahí es nada. Precisamente la fuga imprevista de la adolescencia eterna fue uno de los principios abolidos por mayo del 68, y aunque ahora Sarkozy los quiera reinstaurar, todavía no han vuelto.

El Estado socialista no quiere intervenir sólo de la cuna a la tumba, de modo que nadie esté tentado de escapar del planeta multimedia de Polanco, sino que entre medias se iría con nosotros al retrete a asistirnos sin necesidad de que se lo hubiésemos pedido. Y desde luego conduciría nuestro automóvil por nosotros si fuese materialmente posible. El anuncio de la Dirección General de Tráfico es en realidad una manifestación de melancolía frente a lo poco socialista de las potencias del cosmos: "no podemos conducir por ti". "Pero nos quedamos con unas ganas que para qué", parece seguirse necesariamente. No anda muy lejos de eso la proposición de la candidata socialista francesa Royal de que las mujeres policía sean acompañadas por hombres policía a casa para que no sean violadas. Pero, ¿no son policías esas mujeres también? Vigilar al vigilante. Conducir al conductor. Se mueren por ponernos a todos un guardia.

El Estado socialista propiedad del Gobierno español ha oído por alguna parte que eso de tener su propio coche "te da mucha libertad", pero nunca puede ser una libertad que pretenda escapar de su benefactora tarea. No oculta el gran ojo que le gustaría que fuese, como todas, una libertad vigilada. Por supuesto, mucho más vigilada que la de De Juana. La Dirección General de Tráfico se enfrenta, impotente, al designio insolidario de los dioses: no puede meterse en cada automóvil. De momento. No podemos conducir por ti, Aznar. Pero con gusto te llevaríamos en el maletero de un Ford Falcon negro a alguna habitación donde no existiera el Estado de Derecho y sí las tertulias mañaneras de María Antonia Iglesias, durante horas veinticuatro. Quieren decir.

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