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Juan Carlos Girauta

Larga y triste, la noche suprema

El mal ya le tiene tomada la medida al Gobierno y a la Fiscalía (valga la redundancia), a la Abogacía del Estado y a la prensa del régimen suicida. En resumen, a la calamitosa progresía sin principios, amnésica, que ha saltado del GAL al apaciguamiento.

La sentencia del Supremo alcanza a la ETA justo hasta donde el Gobierno ha querido alcanzarla. Queda un gallo de pelea desplumado, pero vivito y más furioso que nunca. La canalla grita sus apuestas; hay mucho presunto respetable que vive de sacarle rendimiento a la ETA, aun condenándola con la boca pequeña.

Por supuesto el terror seguirá: el ser se empeña en ser. La única novedad es que todo va a empeorar. No puede ser de otra forma: el mal ya le tiene tomada la medida al Gobierno y a la Fiscalía (valga la redundancia), a la Abogacía del Estado y a la prensa del régimen suicida. En resumen, a la calamitosa progresía sin principios, amnésica, que ha saltado del GAL al apaciguamiento.

¿Por qué volverán con más furia? Resulta ya cansino, pero venga: la barbarie entiende las concesiones como debilidad. Y lo peor es que acierta. Por parar el golpe sobre su imagen o por aprovechar absolutamente todo lo que ofrece el terrorismo (vicio nefando del PSOE y de sus socios), toman la sentencia insomne del Supremo como pistoletazo de salida. Si hay que mentir, que sea al unísono. Maite Fernández Etcétera y don Bermejo, Pumpido y Blanco y hasta el navarro Chivite se aprestan al embuste.

La plana mayor socialista encara la recta final de su capitulación mintiendo, como siempre. Siembran la confusión en una intoxicación de gabinete. Su carrera hacia el abismo culmina con el regreso del terrorismo a las instituciones. Gracias al esmero de la Fiscalía, los españoles seguirán financiando una zona de excepción democrática en el País Vasco, el estado de miedo, la amenaza continua. Y esas muertes esporádicas que para Rodríguez el estilita, encaramado a la columna de su necedad, no existen. O son accidentes.

Creen los insensatos que el gallo de pelea desplumado coadyuvará a su causa preferida: expulsar del sistema al PP. El cuadro es tan espeluznante que no encuentra parangón en Europa. Helos ahí, gobernantes armando la ignominia. Se felicitan y sostienen que el Supremo les da la razón. Pero ya el portavoz del CGPJ Enrique López apostilla que el tribunal sólo podía anular las candidaturas impugnadas, que estaba impedido para "ir más allá".

Es decir: que si en vez de 133, el teledirigido Pumpido hubiera impugnado 145 candidaturas, o 157, o todas las de ANV, esas serían las anuladas por el Supremo. Échenle la culpa al Gobierno, nos dice tácitamente el alto tribunal tras su noche más larga y más triste. Noche de deliberación y de fracaso.

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