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Federico Jiménez Losantos

De Bermejinski a Bermejussolini

Por lo visto en esta campaña electoral, Bermejo es ambidextro en lo que a totalitarismo se refiere, y, total, como socialistas eran todos, lo mismo se encomienda a Lenin que a Mussolini

Es difícil encontrar un caso de ferocidad liberticida tan extremado como el que embarga al ministro de Justicia, digno sucesor de García Oliver en la nostalgia de la checa, que es la ideología de fondo de la izquierda primigenia, distrito de Atapuerca. Empezó de rojo, cosa natural llamándose Bermejo y viniendo de una dinastía azul mahón, que es la raíz de la que proviene lo peor del rojerío instalado y el antifranquismo retrospectivo. De ahí que lo de Bermejinski fuera una sátira muy ajustada a su papel. Pero por lo visto en esta campaña electoral,  Bermejo es ambidextro en lo que a totalitarismo se refiere, y, total, como socialistas eran todos, lo mismo se encomienda a Lenin que a Mussolini. Al cabo, el Duce había llegado más lejos en el socialismo italiano que Bermejo en el PSOE.
 
Pero lo que ha cautivado la imaginación política de este sectario redomado no es el Gulag sino el aceite de ricino, que fue la herramienta primigenia de agresión del fascismo mussoliniano contra los partidos y las personalidades de oposición. Cuando este peligroso sujeto predica un fuerte laxante para el PP es evidente que sueña con el aceite de ricino, no sabemos si porque desde niño acaricia la idea de administrárselo a quienes eran más listos y más valientes en la escuela, si porque le gustaría ensanchar cintura y moverse a modo de marioneta titiritera, como el ridículo Benito, o si es que el inconsciente le ha traicionado y le ha salido el fascista que lleva dentro desde siempre, no muy distinto al sectario izquierdista que viene siendo desde antes de ayer y hasta pasado mañana. Lo asombroso es que nadie del PP haya cargado contra este matón de ministerio al que ya sólo le falta decir que hay que rapar a las candidatas del PP. Todo llegará. Cuando Bermejinski deja la Vétcheka y baja a la calle se convierte en Bermejussolini. Vamos, que para loba, Caperucita Roja.

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