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Alicia Delibes

A propósito de Savater

Créame señor Savater, si yo en 1996 decidí, por primera vez, votar al Partido Popular fue, entre otras cosas, porque mi conciencia me exigía castigar a un partido, el PSOE, que prefería borreguitos serviles a ciudadanos instruidos

El pasado martes, Fernando Savater, en el diario El País, se lamentaba de su triste y "zapatética" situación. Resulta que el intelectual más reverenciado por los españoles progres no tiene a quien votar. Se declara socialista, pero le gustaría un partido socialista que en el asunto del terrorismo se apuntara a la política de firmeza del Partido Popular. Por otra parte, votar al PP le resulta imposible, según dice, porque "la derecha está empeñada en el terreno educativo en preferir feligreses obedientes a ciudadanos conscientes".

Con todos mis respetos a la sabiduría y a la inteligencia del señor Savater, debo decir que, o no dice realmente lo que piensa, o no sabe nada de lo que ha pasado con la educación española. Así que me voy a permitir, yo también, una pequeña confesión personal para explicar cómo fue mi camino de desencanto de la izquierda española.

En 1982 voté a Felipe González convencida de que de mano de la izquierda iba a llegar a España la libertad, la democracia y la modernidad. Muchas son las razones que a mí, como a otros, me movieron a dejar de votar a los socialistas, pero si tengo que señalar una de ellas, como profesional de la enseñanza, debo decir que fue su política en el campo de la educación. La Ley Orgánica General del Sistema Educativo, conocida como la LOGSE, fue la ley más sectaria e ideológica que jamás haya conocido España. En nombre de no sé qué extraña interpretación de la igualdad y de la justicia social se decidió que todos los individuos debían saber lo mismo, condenando a la ignorancia a una generación entera.

Pero es más, en el año 2004 los socialistas de Zapatero tuvieron la oportunidad de reconocer lo que ya todo el mundo sabía, que ese modelo igualitario impuesto en España era un fracaso. Pero su sectarismo fue tal que retiraron la Ley de Calidad del Partido Popular para implantar otra suya, la LOE. Una Ley que, por un lado, obligará a los profesores a aprobar a los alumnos "como sea" con tal de evitar las impresentables cifras del llamado fracaso escolar que su LOGSE está dejando en España; y que, por otro, impondrá una asignatura cuyo objetivo fundamental no es formar ciudadanos críticos, sino "zapateritos" preocupados por el cambio climático y la alianza de civilizaciones, es decir, feligreses obedientes y receptivos a una doctrina partidista.

¿Acaso no se da cuenta Savater de la responsabilidad que tiene la izquierda en la educación nacional socialista que desde hace 25 años están recibiendo los niños y jóvenes vascos? ¿No sabe Savater que Esperanza Aguirre, cuando fue ministra de Educación, sufrió la persecución más dura y absurda que haya visto yo sufrir a un político por parte de los nacionalistas y pedagogos, sólo por tratar de que la cordura volviera a la educación española? ¿No quiere enterarse Savater de que la izquierda de este país considera fascista a quien dice que un niño debe aprender a leer, escribir y hacer cuentas o a quien cree que los alumnos deben respetar a sus profesores?

Créame señor Savater, si yo en 1996 decidí, por primera vez, votar al Partido Popular fue, entre otras cosas, porque mi conciencia me exigía castigar a un partido, el PSOE, que prefería borreguitos serviles a ciudadanos instruidos y porque quería colaborar, al menos con mi voto, a que ese partido dejara de una vez de organizar la educación en España. Y créame también si le digo que voté con sensación de angustia, porque abandonar la tribu progresista no es cosa fácil, sobre todo cuando abandonarla exige reconocer que la derecha es la que defiende los valores en los que uno realmente cree, como la verdad, la lealtad, la generosidad, la responsabilidad o la libertad.

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