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José García Domínguez

Ética para Fernando (Savater)

El rebelde, iconoclasta, libertario incorruptible Fernando Savater, que entonces consideró urgente allegarse a Barcelona con tal de dar el tiro de gracia retórico a los apestados que militaban en la minúscula disidencia a la nueva religión obligatoria.

Josep Bargalló, el mejor prosista en lengua no inglesa del término municipal de Torredembarra y comisario literario de Pepe Montilla en la Feria de Frankfurt, quería poner las cosas claras. Los escritores catalanes que escriben en castellano son escritores y catalanes, pero no escritores catalanes, aclaró el Víctor Hugo de la comarca del Tarragonés. En hastiada réplica, el novelista González Ledesma ha preferido ponerlas –las cosas– en su sitio. "Que Bargalló se meta la lengua donde le quepa", aconsejó ayer al prócer. Por lo demás, sépase que este Bargalló viene de borrar pizarras en la escuela de su pueblo. Pero que lo otro, lo de exigir certificados de pureza de sangre gramática para poder decirse escritor catalán, procede de más arriba. Y de más lejos.

De tan lejos como 1977. Y de tan arriba como el consejo de administración de La Identidad Nacional Catalana S.L., sociedad con ánimo de lucro participada en un cincuenta por ciento por Jordi Pujol & asociados, y en la otra mitad de su capital por el PSUC (en aquel entonces, el bisoño catalanista avant la lettre Montilla sólo fantaseaba con poner multas por rotular en español a los economatos de Iznájar). Así, de una de las innumerables filiales de la Sociedad, la revista Taula de Canvi, surgiría la famosa encuesta con la famosa pregunta: "¿A los catalanes (de origen o radicación) que se expresen literariamente en lengua castellana hay que considerarlos como un fenómeno de conjunto que hay que liquidar a medida que Cataluña asuma sus propios órganos de gestión política y cultural?"

El resto de nuestra particular adaptación de La Historia universal de la infamia es de sobras conocida. La respuesta más que unánime de la crema de intelectualidad abajofirmante fue: "Sí, wuana, liquídalos". Y escribo "más que unánime" porque, como éramos pocos, parió la abuela. O sea, la Reina Madre, la muy venerable matriarca del clan de El País que ya respondía en el siglo por Fernando Savater. El rebelde, iconoclasta, libertario incorruptible Fernando Savater, que entonces consideró urgente allegarse a Barcelona con tal de dar el tiro de gracia retórico a los apestados que militaban en la minúscula disidencia a la nueva religión obligatoria. "Son iguales que los que defienden a Tejero en El Alcázar", sentenció, sólo bajar del avión, el gran heterodoxo. Se refería, por supuesto, a los firmantes del Manifiesto de los 2.300 en defensa del bilingüismo, no a los padres putativos de Bargalló.

En fin, que se vaya preparando González Ledesma. Recuérdese para el caso la famosa respuesta de Manuel de Pedrolo a la famosa pregunta de los liquidadores: "En la película de Costa Gavras Section spéciale, alguien, miembro de un grupo dispuesto a atentar contra los soldados alemanes, plantea la siguiente cuestión: '¿Y si la víctima es un antifascista?' El capitoste le contesta: 'Lo será en su casa; aquí es un soldado del ejército de ocupación'. Y añade: 'Pueden ser antifascistas, pero cuando forman parte de un piquete de ejecución disparan'."

Verde y con asas, que dicen al otro lado del Ebro.

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