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Carlos Semprún Maura

Los amigos de siempre

Pero para que ese malestar, cabreo, y desilusión de los votantes de izquierda se plasme en una mayoría electoral para el PP, este partido va a tener que espabilarse, como Nicolas Sarkozy en Francia y Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid.

Un viejo amigo –y tanto; es mayor que yo– al que conocí en París y veía mucho y con el que charlaba a menudo, jubilado, se ha retirado al sur de Francia, en la Costa Azul. Como vamos menos a esa región, porque en primavera y verano hay demasiado gentío y tremendos atascos en las carreteras, nos hablamos a menudo por teléfono. Es un viejo republicano español, que lleva en su cartera un trocito de la bandera republicana y otro en el corazón. Pues bien, me llama hace unos días y me dice que ha recibido una gran cantidad de papeletas y documentos para votar en las elecciones municipales y autonómicas, y no sabe por quién votar. No me lo dice tan claramente, pero me pregunta por quién voy a votar yo, como si tuviera sus dudas.

– Por Esperanza Aguirre – contesto.

– ¿Quién es esa señora? – me pregunta. Lo cual me extraña, porque si bien no hablamos sólo de política, también lo hacemos sobre eso, y estamos bastante de acuerdo en lo que se refiere a criticar el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero y despotricar contra ETA y contra el estatuto catalán. Aunque es probable que conozca mejor los intríngulis y los nombres de la política francesa, la española la sigue, tal vez de lejos, pero la sigue, y el nombre de Esperanza Aguirre es citado a menudo en los medios. Pacientemente, le explico que es lo mejor del PP. Suelta una carcajada:

– Pero ¿tú votas PP? ¡En qué mundo vivimos! ¡Cuánto has cambiado!

Le falla la memoria, porque si efectivamente me conoció muy rojo en París hace 20 años o más, ha leído artículos y algún libro mío, mucho más recientes, donde dejaba las cosas claras. En realidad, me digo ahora, en toda mi vida sólo he votado al PP. Primero porque no había elecciones en España, y cuando las hubo, no me daba la gana de votar. Confieso, sin embargo, que en 1982, hubiera votado al PS(oe) sin entusiasmo, pero por aquello de la alternancia y para ver qué hacían esos chavales que jamás habían sido ministros. Bien sabido es que fue un desastre y nunca más me volví a plantear votar al PS(oe). Sin embargo, tenía tan poco entusiasmo que debiendo hacer ya no recuerdo qué gestiones en el Consulado, donde siempre había cola, lo dejé y no voté.

Desde que el voto por correo se ha hecho tan sencillo, mi pereza congénita no vale como coartada; y como yo y España hemos cambiado mucho, voto PP en las legislativas, las autonómicas y las europeas. La única ocasión en que no voté con el PP fue en el referéndum sobre la Constitución europea. Voté no y si todo el PP hubiera hecho lo mismo, como debía, se hubiera apuntado un tanto y no hubiese vencido la abstención. Además, Zapatero, que fue jaleado entonces por todos los líderes europeos, no hubiera podido presumir por el triunfo del "si", aunque fuera con tan pocos votos como los nuevos estatutos. Lo cual no me parece muy democrático; los resultados de los referéndum deberían ser válidos sólo cuando hubiera un mínimo quórum de electores, que pienso que debería situarse en el 50%.

En ese ambiente electoral estaba cuando leí en El País (22-V-2007) el artículo de Fernando Savater Indios y sociólogos, en el que anunciaba que iba a votar en blanco. Para mí es como no votar, pero con las molestias de salir de casa y hacer cola para nada. Nos explica largo y tendido por qué no votará PS(oe), y añade que no puede inclinarse por una derecha "empeñada en el terreno educativo en preferir feligreses obedientes a ciudadanos conscientes (...)". Me parece muy exagerado y simplista. Desde luego, yo nada tengo que ver con la educación, ni tengo hijos o nietos estudiantes, pero, por ejemplo, lo que he leído sobre el tema en los artículos y libro de Alicia Delibes, directora general de Ordenación Académica de la Comunidad de Madrid, es exactamente lo contrario de los infundios malévolos de Savater. A nadie le extrañará que esté, en cambio, más de acuerdo con los motivos, fundamentalmente dos, que le impiden votar al PS(oe). El primero es la rendición del Gobierno ante ETA, los trapicheos y cobardías que desarrolla para ayudar a la banda terrorista en todos los aspectos: políticos, judiciales y hasta electorales. El otro es su apoyo a todos los nacionalismos "periféricos" además del vasco, con esos nuevos estatutos que, según afirmó Savater en otra ocasión, no rompen España pero la estropean. Bueno, no vamos a discutir los términos; lo esencial es combatir esa política nauseabunda.

Al día siguiente de leer su artículo, veo en la prensa que Savater y sus amigos de Basta Ya se plantean crear un nuevo partido "porque no pueden votar en blanco toda la vida", según dicen. Se inspiran, claro, en el ejemplo de los Ciudadanos de Cataluña, y hasta se plantean fusionarse con ellos. Pues, piedra o no de escándalo, les voy a decir una cosa: a mi esto me parece estupendo; cuanto más dividida esté esta izquierda y menos se vote al PS(oe), mejor. Claro que algunos me dirán que sería mejor aún si todos votaran PP, pero no hay que hacerse ilusiones, en España, hay mucha gente que no está dispuesta a votar PP aunque el Gobierno les dé náuseas, les indigne o les desespere. Yo les entiendo, y les voy a confiar algo: si fuera elector en Cataluña, no estoy seguro de que votase al PP mientras José Piqué siga a su cabeza. En Madrid es totalmente diferente. Con Esperanza Aguirre y su equipo voto al PP con placer porque casi son liberales; les falta poquísimo.

Leo en la prensa las declaraciones de Savater y de su colega de Basta Ya Carlos Martinez Gorriarán, que contienen cosas sumamente peregrinas. Por ejemplo. cuando Gorriarrán afirma que hay un espacio político alternativo al "bipartidismo de los partidos decimonónicos en crisis" y da el ejemplo de François Bayrou en Francia. Es para morirse de risa, a menos que estén planeando su suicidio colectivo. Porque ese 18% que obtuvo Bayrou en la primera vuelta de las presidenciales francesas no fueron votos a su favor, sino votos en contra de Ségolène y de Sarkozy. Además, si los sondeos aciertan de nuevo el señor Bayrou va a tener un descalabro en las próximas legislativas. Y en cuanto al aspecto decimonónico de los principales partidos actuales, analfabetos tendrían que ser para olvidarse de que el PSOE nació sobre la base de la lucha de clases, la destrucción total del capitalismo y la dictadura del proletariado. ¿Qué relación tiene eso con Zapatero o Cebrián?

Pero da lo mismo. Pensando en nuestras legislativas del año que viene, de las que, por lo visto, estas autonómicas constituyen un ensayo general, cuanto más se divida y se enfrente la izquierda, mejor. Pero para que ese malestar, cabreo, y desilusión de los votantes de izquierda se plasme en una mayoría electoral para el PP, este partido va a tener que espabilarse, como Nicolas Sarkozy en Francia y Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid.

¿Quién cantaba "Fumar es un placer sensual"? En ciertas circunstancias votar puede serlo.

En España

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