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EDITORIAL

Zapatero nunca se equivoca

Zapatero no necesitaba el "proceso" a no ser que su objetivo no fuera la "paz" sino la rendición, y ETA la excusa perfecta para reducir a migajas tanto la unidad de la Nación española como el Estado de Derecho que en ella tiene su base.

Tras la esperada entrevista de Gabilondo en la televisión de Polanco por la que Zapatero dio plantón a TVE, se acentúa la sensación de que el presidente del Gobierno está noqueado. Cuando a un gobernante que ha fracasado estrepitosamente en su apuesta más personal sólo se le ocurre salir de atolladero diciendo que se va a centrar durante el resto de la legislatura en luchar contra el cambio climático, es que ha perdido ya cualquier contacto con la realidad.

Zapatero empezó su proceso de rendición creando una crisis de la nada. El problema del terrorismo nacionalista vasco ocupaba uno de los escalones más bajos de las preocupaciones de los españoles, después de que la eficacia policial y la ilegalización del entorno etarra hubieran reducido su capacidad de actuar a las cotas más bajas de la historia de ETA. Sin embargo, acabar con la banda era de pronto tan importante que, pese a su debilidad, estaba justificado realizar concesiones.

Porque lo cierto es que, con comunicado o sin comunicado de ruptura de la tregua, no cabe duda de que el Gobierno ha cedido. La presencia de ANV en los ayuntamientos y del PCTV en el Parlamento vasco, la internacionalización del "conflicto" llevándolo a la Eurocámara, el planteamiento público del propio Zapatero sobre la posibilidad de la autodeterminación, las reuniones de Patxi Nadie con la formación ilegalizada, la libertad de Otegi, los paseos de De Juana o el desprecio a las víctimas del terrorismo son sólo algunos de los ejemplos. Argumentar, como hace el presidente, que el hecho de que ETA rompa el alto el fuego "permanente" prueba que no ha cedido es, por tanto, mentira.

De hecho, lo que prueba el comunicado es que ETA, como siempre habían argumentado tanto el PP como la AVT, es insaciable y nunca se conforma. Que interpreta la cesión como debilidad. El tiempo les ha dado la razón. Pero como buen progre que es, Zapatero no puede equivocarse, de modo que ha desechado esas explicaciones razonadas desde la historia y el sentido común y se ha enrocado, echándole incluso la culpa de su fracaso a quien no tiene poder alguno para hacer ni deshacer en todo este embrollo del proceso en que decidió embarcarse él solo, sin ninguna necesidad. A no ser, claro, que su objetivo no fuera la "paz" sino la rendición, y ETA la excusa perfecta para reducir a migajas tanto la unidad de la Nación española como el Estado de Derecho que en ella tiene su base.

Tiene razón Zapatero al reconocer que la reunión del lunes con Rajoy no va a servir de nada. No está dispuesto a dar marcha atrás en lo importante, por más que haya hecho a De Juana un pretendido símbolo del fin de la impunidad del terror. Y si el líder del PP ha aprendido algo durante esta legislatura es que jamás hay que confiar en nada de lo que diga el presidente del Gobierno. Sólo los actos importan, y Zapatero no ha destituido a Conde Pumpido ni ha instado a la ilegalización de PCTV y ANV. Algunas de las reuniones anteriores fueron todo un éxito para el presidente, especialmente aquella que le permitió maniatar al líder de la oposición en el debate sobre el estado de la Nación. Pero resulta difícil que vuelva a conseguirlo. Lo que sigue sin estar claro es para qué acude Rajoy a La Moncloa, cuando ya ante Gabilondo ha dejado claro el presidente que no va a cambiar de actitud.

Eso sí, que el mismo hombre que llamaba a los directores de los periódicos para convencerles de que el atentado del 11-M era islamista, que jamás ha condenado los asaltos a las sedes del PP en el día de reflexión, que firmó un pacto antiterrorista para compartir los éxitos de Aznar en la lucha contra ETA mientras lo traicionaba reuniéndose con la banda tenga la caradura de decir que "es incapaz" de ser desleal al Gobierno en la lucha antiterrorista sólo demuestra una cosa: que si la izquierda no tuviera una mayoría mediática tan abrumadora, Zapatero ya habría salido del poder humillado y aborrecido por la opinión pública. No merece menos un presidente que con su política ha resucitado a la banda terrorista ETA, tirando a la basura los años de trabajo que había costado reducirla a ese estado.

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