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EDITORIAL

Guerra civil en Gaza

Si los palestinos son meras víctimas que se revuelven contra el imperialismo israelí, mera correa de transmisión del aún más malvado imperialismo yanqui, ¿por qué se matan entre ellos?

Parece que Hamás está necesitando muy poco tiempo para expulsar a los líderes de Fatah en Gaza y hacerse con el control total de la franja. Sin embargo, las luchas de estos días son la culminación del trabajo de muchos meses, en los que han ido minando la posición de Mohamed Dahlan, el hombre fuerte de Fatah en la zona, asesinando o forzando a exiliarse a Cisjordania a la mayor parte de sus colaboradores más cercanos. Con las tácticas habituales del terrorismo palestino, están logrando expulsar a la vieja OLP de Gaza, lo que podría tener consecuencias de todo tipo, incluyendo la división en dos de la Autoridad Palestina: Hamás gobernando Gaza (es un decir) y Fatah, Cisjordania.

Sorprende la escasa atención que está recibiendo este conflicto armado en comparación con el escrutinio que recibe incluso la menor de las iniciativas militares israelíes. Es probable que los medios progresistas, que son la práctica totalidad en España, especialmente en lo que a política internacional se refiere, no prefieran contar demasiado de esta guerra civil, porque rompe los esquemas con los que se viene explicando lo que sucede en Oriente Medio desde hace décadas. Si los palestinos son meras víctimas que se revuelven contra el imperialismo israelí, mera correa de transmisión del aún más malvado imperialismo yanqui, ¿por qué se matan entre ellos?

Lo cierto es que los palestinos, como todos, son personas que actúan por sus propios motivos. Mal que le pese a ese paternalismo con aroma a racismo que tanto se estila en la izquierda, no necesitan de Occidente para reaccionar contra él. El islamismo está provocando conflictos en medio mundo, contra Occidente, contra Gobiernos musulmanes laicos, entre fundamentalistas chiíes y suníes; la razón es la ideología fanática, no lo que podamos hacer para enfrentarnos con ella. Israel, sin duda, tendrá que defenderse de la república islámica que está naciendo a dos kilómetros de la castigada Sderot. Será entonces cuando los telediarios abran escandalizados con la noticia.

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