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EDITORIAL

No nos creemos al CNI

Algún ingenuo habrá que se crea las explicaciones de los servicios de inteligencia españoles. Son los mismos que olvidan que ya se ha condenado a 3 policías por ejercer de fuerzas del nuevo orden socialista deteniendo ilegalmente a dos militantes del PP

Un nuevo escándalo impropio de cualquier democracia liberal vuelve a las portadas de los periódicos. Dos agentes del CNI fueron descubiertos por un escolta de Manuel Pizarro mientras vigilaban el domicilio de éste. Llueve sobre mojado, pues esto sucede después de que dos guardias civiles espiaran al presidente de Endesa el mismo día en que Zapatero y Prodi se reunían en Ibiza para acordar que la eléctrica estatal italiana Enel echara a perder la OPA de E.On. Entonces nos dieron la excusa de que "no estaban de servicio", sin que se haya aclarado por qué perdían entonces sus horas de asueto en montar guardia delante de la puerta del turolense. Hoy nos asegura el CNI que no seguían a Pizarro sino a "un objetivo de un servicio secreto extranjero". Que casualmente, por lo que se ve, debe vivir en el mismo sitio que Pizarro. Cuánta casualidad.

Algún ingenuo habrá que se crea las explicaciones de los servicios de inteligencia españoles. Son los mismos que olvidan que ya se ha condenado a tres policías por ejercer de fuerzas del nuevo orden socialista deteniendo ilegalmente a dos militantes del PP por un delito que no sólo no habían cometido, sino que no había tenido lugar. Tampoco recordarán que a primeros de este año un alcalde y una concejal del Partido Popular fueron detenidos en Gran Canaria sin orden judicial por una comisario recién ascendida, cuya hoja de servicios incluía haber trabajado en La Moncloa en tiempos de Felipe González. Y no nos queremos meter en el 11-M, porque daría para un libro por sí solo. O varios.

Si una agresión imaginaria, creada ex profeso para manchar la imagen de las víctimas del terrorismo, o la necesidad de desviar la atención del caso Ciempozuelos pueden provocar estos efectos, cabe pensar hasta qué punto sería capaz de llegar el régimen de Zapatero cuando alguien se resiste a sus deseos como ha hecho Pizarro. No resultan creíbles, por tanto, las excusas del CNI, y menos cuando aún nadie nos ha dicho qué hacían los guardias civiles vigilando al empresario en "su tiempo libre".

Si ya la inaceptable actitud del Gobierno español en la OPA a Endesa ha sido criticada en los diarios que leen los inversores extranjeros, no parece que espiar al presidente de esta empresa vaya a tranquilizar mucho a quienes tienen en su mano decidir si su dinero viene o no a España a generar riqueza y empleo. Zapatero y los suyos están convirtiendo nuestro país en un cortijo en el que hacer y deshacer a su antojo. Pero, como se suele decir, nada hay más miedoso que un millón de dólares, excepto dos millones de dólares. Invertirlos en un país donde las operaciones empresariales se diseñan en un despacho de Moncloa y se persigue a quien se resiste no tiene demasiado sentido.

Con todo, lo más grave de lo que está sucediendo con Pizarro es la sensación que deja a los ciudadanos españoles de que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no están al servicio de la ley, sino del partido que tiene el bastón de mando. Llevamos años defendiendo que los dos mayores errores de Aznar fueron su política de medios de comunicación y que no limpiara las cloacas policiales. Lo del presidente de Endesa es una consecuencia más de aquellos fallos; pues a la desvergüenza que reina en el Ejecutivo hay que sumar la de los medios que tragan con esto y con lo que les echen con tal de que estén "los suyos" en Moncloa.

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