Menú
Pablo Molina

La T.I.A.

Los admiradores del gran humorista gráfico sabrán perdonar la licencia de comparar a sus personajes con el CNI de Zapatero. Ibáñez siempre tuvo un gran respeto por la inteligencia de sus lectores.

El Centro Nacional de Inteligencia ha prestado desde su creación grandes servicios al país (quiero decir a la nación, no piensen mal). Ahora mismo no se me ocurre ninguno, pero seguramente han sido muchos y valiosos. Sin embargo, su principal aportación a nuestra identidad colectiva es recuperar, como lo está haciendo, el legado del inolvidable Ibáñez, nuestro mejor dibujante de tebeos, que con gran visión de futuro reflejó en sus historietas las características que debería tener un cuerpo de agentes secretos verdadera y racialmente español.

A los que crecimos devorando las aventuras de Mortadelo y Filemón no nos sorprende la última fazaña de nuestro servicio secreto. Me refiero a la persecución motorizada con los papeles de acosador y sospechoso intercambiándose continuamente y especialmente a la inteligentísima forma de disimular del primer Anacleto cuando es descubierto por el escolta de Manuel Pizarro. Eso de que te pillen espiando y en lugar de fingir una angina de pecho ponerte a hablar cinco minutos por el móvil gesticulando como un poseso es, desde luego, lo más original que se ha visto nunca en materia de espionaje. Los guionistas de la saga de James Bond habrán tomado buena nota para incluir la escena en la próxima película. Imagínenla: Bond, James Bond, vigilando desde su cochazo las actividades del malo que quiere conquistar el mundo y cuando es descubierto por sus escoltas, en lugar de utilizar el spray de la invisibilidad o cualquier otro supergadget, tira de móvil y se pone a hablar con su churri con el codo en la ventanilla y un mondadientes en la comisura de la boca. Y así cinco minutos oiga, para que los guionistas aprendan de una vez cómo se realiza una maniobra de evasión.

Ahora bien, la T.I.A. ("Técnicos de Investigación Aeroterráquea", recuerden) no espiaba a las personas decentes, aunque estuvieran al frente de una de las principales empresas europeas. De hecho, se dedicaban a neutralizar a los malos con la discutible ayuda de los inventos del profesor Bacterio. Es más, el superintendente Vicente jamás hubiera redactado una nota de disculpa tan chorra como la del CNI sobre su seguimiento a Manuel Pizarro. Porque eso de que el CNI "nunca ha realizado vigilancia alguna sobre personas cuyas actividades no sean objetivo del CNI" no es serio ni siquiera como argumento de un tebeo. Precisamente por eso no es descartable que a partir de ahora lo utilice Zapatero para justificar sus fechorías. "No he dialogado ni mantenido reuniones con nadie cuyas actividades no sean de interés para el Gobierno". Y a ver quien le dice lo contrario.

Los admiradores del gran humorista gráfico sabrán perdonar la licencia de comparar a sus personajes con el CNI de Zapatero. Ibáñez siempre tuvo un gran respeto por la inteligencia de sus lectores.

En Libre Mercado

    0
    comentarios