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La nostalgia como coartada

El proceso de paz no es la causa del distanciamiento entre Zapatero y Rajoy, sino la consecuencia clara, evidente y notoria del desprecio del PSOE por el consenso constitucional.

El espectáculo meloso de las celebraciones del aniversario de las primeras elecciones democráticas puede despertar los recuerdos de los nostálgicos. Pero en la situación actual de la política antiterrorista y nacional, suena a sarcasmo o a broma macabra la loa constante a la Constitución mientras su pasado y su presente es liquidado con entusiasmo por el Gobierno en sus apaños con la banda terrorista ETA.

La Constitución no es, ni más ni menos, que la encarnación legal del pluralismo y del Estado de Derecho. O sea, el pluralismo que Bermejo, Rubalcaba y Zapatero han finiquitado en pueblos y ciudades del País Vasco y Navarra de la mano de ANV y ETA. En su línea, Zapatero podrá dar gracias a los españoles por la transición democrática, pero los españoles del futuro no le darán las gracias a Zapatero por haber legalizado política y moralmente a los mayores enemigos de la libertad y el pluralismo que quedan en toda Europa.

Y del Estado de Derecho, para qué hablar. El espectáculo del Gobierno utilizándolo como instrumento propagandístico en sus tratos y apaños con ETA, con el escandaloso chivatazo de funcionarios policiales a terroristas etarras o con el mimo judicial hacia Otegi y De Juana y la venganza contra ellos después. En tiempos de celebración, la sonrisa vacía de ZP y el matonismo tabernario de Bermejo muestran a las claras que ni creen en el Estado de Derecho ni creen en el imperio de la ley.

¿Puede realmente sostenerse la ficción de un nuevo consenso antiterrorista? El pacto antiterrorista no era ni más ni menos que la encarnación del espíritu constitucional que ZP desprecia definitivamente. Difícil es hoy llamarse a engaño; el proceso de paz no es la causa del distanciamiento entre Zapatero y Rajoy, sino la consecuencia clara, evidente y notoria del desprecio del PSOE por el consenso constitucional. Zapatero no tiene la más mínima intención de llegar a un consenso con el Partido Popular, y sí con ERC, Nafarroa Bai y –ya está ocurriendo– con ANV y la propia ETA.

El "proceso de paz" de Zapatero sigue porque el secretario general del PSOE sigue despreciando el pluralismo y el imperio de la ley. Estos días, el Gobierno celebra solemne los aniversarios constitucionales al tiempo que llega a tratos anticonstitucionales con quienes ni creen en España ni en su legalidad. Así que hoy la precaria situación nacional exige responsabilidad y seriedad. Menos "libertad sin ira" y más defensa del pluralismo en todos los rincones de España. Menos lanzar flores sobre la figura de Suárez y más cumplir y hacer cumplir la ley a lo largo del país. Claro que el pluralismo y el Estado de Derecho tienen un enemigo a muerte, ETA, y un cáncer con triple metástasis; Bermejo, Rubalcaba y Zapatero. Las elecciones generales serán la ocasión para extirparlo.

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