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Ignacio Cosidó

Preguntas sin respuesta

¿Mantiene el Gobierno la voluntad de negociación con ETA, como se desprende de la resolución parlamentaria en vigor, si la organización da muestras de querer abandonar el terrorismo, o tiene, por fin, la valentía política de cercenar definitivamente ese i

El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha aparcado de momento la exigencia de responsabilidades políticas al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, por el fiasco de su negociación con los terroristas en aras a salvaguardar la unidad contra el terrorismo en un momento en que ETA ha anunciado que prepara una nueva ofensiva criminal. Pero la propia conciencia democrática de Rodríguez Zapatero debería obligarle a dar una explicación a los ciudadanos sobre el inicio y el evidente fracaso de su intento de apaciguar con el diálogo a los criminales.
 
Rodríguez Zapatero había heredado una política antiterrorista, enmarcada en el Pacto por las Libertades, que había demostrado una enorme eficacia en la lucha contra ETA, era depositaria de un enorme consenso político y, por primera vez en nuestra historia democrática, había hecho creer a la sociedad española que la derrota de esta banda asesina era posible. El líder socialista debería explicarnos por tanto qué razones, qué indicios, qué circunstancias le llevaron sustituir esta política que conducía inapelablemente a la derrota de los terroristas por unas dilatadas conversaciones políticas con la banda que pretendían convencerles de que dejaran el terrorismo mediante una negociación que ha fracasado.
 
El jefe del Ejecutivo debería explicar también qué ha negociado y con quién. Porque más allá del error de haber abierto una expectativa a ETA en el momento de su máxima debilidad, lo que sin duda ha conducido a una regeneración de la banda terrorista, una cosa es que haya habido un diálogo sobre medidas que favorecieran el abandono del terrorismo y otra muy distinta es que se haya negociado políticamente con los terroristas. Zapatero debería ahorrar a los españoles la desazón que provoca su silencio ante las versiones que van filtrando cada día los medios más afines a los socialistas y la propia organización terrorista sobre los distintos episodios de la negociación.
 
Zapatero debería explicar qué datos tenía para mostrar tan inusitado optimismo en diciembre pasado, tan sólo un día antes del atentado de la T-4 en Madrid, y porqué ese optimismo se ha convertido ahora en un pesimismo que prevé acciones terribles de la organización terrorista. La única explicación que el inquilino de La Moncloa ha ofrecido, en sus reuniones privadas con sus interlocutores parlamentarios, ha sido que el sector más descerebrado de ETA dio al traste con la negociación. ¿Significa eso que estamos ante un cisma interno dentro de la banda? ¿Significa eso que Zapatero tratará de reiniciar la negociación con el sector menos descerebrado de ETA en cuando se le presente la menor oportunidad?
 
El jefe del Gobierno debería explicar por último en qué se traducirá su nueva política de firmeza contra el terrorismo. ¿Significa esto que el PSOE volverá al Pacto por las Libertades o tratará de impulsar un nuevo pacto con todas las fuerzas políticas como ya anunció después del atentado de la T-4? ¿Cuál será el contenido de ese nuevo pacto? ¿Mantiene el Gobierno la voluntad de negociación con ETA, como se desprende de la resolución parlamentaria en vigor, si la organización da muestras de querer abandonar el terrorismo, o tiene, por fin, la valentía política de cercenar definitivamente ese inmenso error? 
 
Son demasiadas preguntas sin respuesta, pero es evidente que, después de su fracaso, a Zapatero le es exigible algo más que palabras en su política antiterrorista. A pesar de su primera decisión de devolver a De Juana Chaos a la cárcel de la que nunca debió salir, los primeros síntomas tras el anuncio de ETA de poner fin a esa burla de alto el fuego no pueden ser más desalentadores. Los terroristas volverán a tener hoy a sus representantes en los municipios sin que el Gobierno haya movido un dedo para impedirlo, los socialistas navarros pactarán con los nacionalistas vascos para gobernar esta Comunidad Foral, la resolución parlamentaria que ampara la negociación con los asesinos sigue vigente y el Gobierno socialista sigue guardando un sospechoso silencio sobre su fracasada negociación con los terroristas.

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