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UN BESO QUE NO TAPA TODO LO DEMÁS, por Mercedes R. Martín

Con un beso lanzado a sus compañeros se marchó Bermejo de la Cámara, aparentemente inmune a las sucesivas peticiones de dimisión. Primero el presidente, y después los diputados del PSOE al unísono, se esforzaron en arropar al ministro. Pero a primera hora la tranquilidad no era tanta.

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L D (Mercedes R. Martín) Hasta en seis ocasiones atacó el PP al Gobierno con la cacería de Baltasar Garzón y Mariano Fernández Bermejo contra su partido en una sesión de control atípica tras semanas en que la economía había sido, prácticamente, el único tema esgrimido por el principal partido de la oposición para criticar al Ejecutivo.

Lo inhabitual de esta sesión se notaba en el hemiciclo, lleno a rebosar desde primera hora, en especial en el lado de los populares. Tras la comparecencia de Mariano Rajoy con toda la Ejecutiva del PP detrás para denunciar una campaña orquestada contra su partido, el objetivo era, también, reflejar unidad y cierre de filas ante la investigación anticorrupción que se vincula al PP.

Rajoy recogió una ovación que no se escuchaba con tanta fuerza desde hacía semanas cuando preguntó al ministro si destituiría hoy a Bermejo. "Su deporte favorito es pedir dimisiones", respondió irónico Zapatero, jaleado también por los socialistas, y que, como este fin de semana, también aludió a los "líos" del PP para defender su actuación y la de su polémico ministro.

Después fue Bermejo el que tuvo que defenderse a sí mismo de las preguntas de los populares ante un auditorio expectante: casi nadie quiso marcharse del hemiciclo en espera del enfrentamiento del ministro con los diputados de la oposición.

"Dimita usted antes de que nadie le cuelgue como trofeo", "debe irse", o "está inhabilitado para seguir al frente" del ministerio fueron algunas de las frases empleadas por los populares para exigirle sucesivamente su cese. Juan José Matarí llegó a decirle que con gente como él "no habría sido posible la transición en España". El diputado Guillermo Mariscal le llamó "escopeta del sectarismo con la que dispara Zapatero".

Bermejo, que había comenzado respondiendo con un lacónico "sosiéguense", exclamó al final, visiblemente más exaltado tras la batería de preguntas, "no dimito, claro que no dimito, tengo que trabajar por este país". Tras tan solemne afirmación, se levantó del escaño y se dispuso, desafiante, a abandonar el hemiciclo. La reacción de los diputados socialistas fue romper en aplausos y despedirle al grito de "torero, torero". La del ministro, volverse para lanzarles un beso ante el estupor de los populares.

La reunión con Zapatero

Fuera, en los pasillos, el ministro se esforzó por mostrarse exultante: dijo no haberse sentido "acorralado" por la oposición. "Se ponen intensos", afirmó en tono condescendiente, y llegó a pedir a la prensa "comprensión" para ellos porque están "nerviosos". También dijo sentirse respaldado tras el alud de críticas por sus citas con Garzón y también por la huelga de jueces, que comenzaba, precisamente, este miércoles.

Sin embargo, la tranquilidad entre los socialistas no debía ser tanta a primera hora: antes de entrar en el hemiciclo y someterse al monotemático interrogatorio del PP, Zapatero, De la Vega y Bermejo se reunieron durante unos minutos en una de las dependencias de la Cámara: los tres iban a tener que aludir, en mayor o menor grado, al mismo asunto en un día que en que el paro de los jueces volvía a poner en el punto de mira al ministro y cuando quedan diez días de campaña para las vascas y gallegas.

Del lado del PSOE, el esfuerzo se puso en aparentar apoyo sin fisuras a Bermejo y tratar de dibujar un PP marcado por divisiones internas y envuelto ahora en un supuesto escándalo de corrupción. Los populares, también con las citas electorales de fondo, trataron, como los socialistas, de reflejar unidad ante un escándalo, como dijo Rajoy, "degradante" y "bochornoso".

Los dos aparentaron salir satisfechos del combate dialéctico, y desde el PP, Soraya Sáenz de Santamaría adelantó en los pasillos que continuarán en esa línea: el objetivo ahora es lograr la comparecencia urgente del ministro y en función de si se consigue, podrían pedir su reprobación a la Cámara. Volverá a hablarse en el Congreso de la "Operación Cacería".

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