Se trata de remedios seguros y eficaces para tratar algunas patologías, aunque un mal uso de las mismas puede dar lugar a problemas de salud. El farmacéutico, como profesional sanitario más cercano al paciente, puede colaborar en la prevención de dichos problemas, al favorecer su uso racional.
Las plantas medicinales deben pasar por los mismos filtros farmacológicos que los productos de síntesis. Las plantas medicinales y sus derivados suelen presentar un margen terapéutico amplio, pero eso no significa que estén exentas de efectos adversos, interacciones y contraindicaciones.
Según las recomendaciones de los farmacéuticos, algunas pautas a seguir para este tipo de medicamentos son:
Las plantas ricas en mucílagos (sustancias que contienen hidratos de carbono, que se hinchan fuertemente con el agua y que proporcionan un líquido viscoso) con cualidades terapéuticas deben administrarse con una cantidad suficiente de agua.
Las plantas con acción sobre el sistema nervioso central no deben ingerirse con bebidas alcohólicas.
Las plantas ricas en fibra pueden disminuir la absorción de otros fármacos, por lo que habría que distanciar la toma de ambos, por ejemplo, en una hora.