El pasado jueves, miles de personas se manifestaron por el centro de Madrid conmemorando el 80º aniversario de la proclamación de la II República Española.
La marcha, que se originó en Cibeles y finalizó en la Puerta del Sol, contó con más de mil personas –según la Policía-, y con 15.000 según los organizadores. Convocaron la marcha el PCE, Corriente Roja, Izquierda Anticapitalista, Organización Revolucionaria Antifascista o la Coordinadora Republicana de Madrid. Entre los asistentes, se podían encontrar desde antiguos militantes comunistas hasta jóvenes antisistema.
Los ataques fueron dirigidos, sobre todo, a la monarquía, a la Iglesia y a la banca. Contra el primero, sonaban los mismos estribillos de siempre: "Juan Carlos I, de Franco el heredero", "Los Borbones a las elecciones", o "Juan Carlos no da golpe desde el 23-F". Además, Pedro García Bilbao, de la Plataforma Ciudadanos para la República, señaló como culpables de la crisis a "la monarquía y al capitalismo".
Según los republicanos, la Iglesia es una institución corrupta, que está "comprometida hasta la médula con los sectores más retrógrados, llena sus arcas con fondos públicos y utiliza la financiación que recibe (...) para domesticar las mentes de la infancia y la juventud".
Elisa Serna, una de las portadoras de la pancarta, mencionó la "fobia" que la derecha siente hacia la República, considerándolo "incomprensible" debido a que la República puede ser de "derechas y de izquierdas". Esta postura contrastaba con algunos puntos de la manifestación como, por ejemplo, las numerosas banderas con la hoz y el martillo, las críticas al "imperialismo europeo y estadounidense" y los ataques a la Iglesia.
Ya en la Puerta del Sol, el periodista Carlos Tena leyó un manifiesto que proponía los siguientes puntos: derogar la Constitución del 78, la nacionalización de la banca, el derecho de autodeterminación de todos los pueblos, y suprimir la actual Ley de Partidos. Desde luego, el manifiesto leído por Tena era un manifiesto de izquierdas, no solamente republicano.
El acto finalizó con el Himno de Riego, con la mayor parte de los asistentes entonándolo con el puño en alto, un símbolo que no se puede tildar únicamente como republicano.