El Mundo dice que, tal y como están las cosas, Rajoy, con un "lenguaje crudo y coloquial", emplazó al Gobierno a un "striptease total sobre el déficit". A Pedro J. le parece muy sensato, porque "es preciso desprenderse de toda la ingeniería financiera y empresarial que los ejecutivos regionales han ido invirtiendo a lo largo de los años y que pesa como mantas". Pero recuerda que no es tarea solo del PSOE. "La responsabilidad debería llevar a los políticos a atajar con contundencia el descontrol de las cuentas autonómicas".
Anson advierte a Rajoy de lo que puede pasar con los plastas de Sol. "Se inquietaba Pedro J. Ramírez en su artículo dominical por la enmascarada relación entre Rubalcaba y el M-15". Pues es verdad que viven un auténtico idilio. Advierte Anson de que este amor clandestino se debe a que "Alfredo puede rubalcabear a Mariano" modificando la ley electoral. Y si eso pasa, "PSOE, IU y UPyD suman tantos votos como el PP y le impediría gobernar". Y es que, como el PP no tiene amiguitos, "el PSOE puede establecer alianzas con todos los grupos parlamentarios y el PP prácticamente con ninguno. Ese es el flanco débil que Rajoy debe cubrir". Pues hala, majo, a hacer relaciones sociales, que no pasa nada por hacerse el simpático de vez en cuando.
La Razón dice que en el PP "están seriamente preocupados" con la situación que se van a encontrar. Y no es para menos, porque "dan por hecho que Rubalcaba no aceptará decisiones impopulares con un coste electoral" para poner firmes a las autonomías. Mientras, "la cuerda se irá tensando a medida que los populares tomen el poder que las urnas les dieron el 22-M". La que les espera. Ely del Valle comprende el sofocón que se han llevado los socialistas a cuenta de las misteriosas bolsas de basura. "Van repletas de christmas caducados, listas de la compra, sudokus a medio resolver y catálogos de Ikea", caramba. Y estos del PP, siempre tan retorcidos, diciendo que son "pruebas". Y encima, los desagradecidos, no ven que es un "detallazo por parte del gobierno saliente esto de dejarle al entrante los despachos limpios, que hay mucho desahogado por ahí que no quita ni los chicles de debajo de la mesa". Pero nada. Como dice ABC la situación está "al rojo vivo" y los socialistas están "que trinan".
Tomás Cuesta les da a los indignados donde más les duele. "A los que acampan en Sol (por sus respetos, a sus anchas y sin respetar a nadie) les quedan más lejanas las consignas de Mayo que las soflamas de Marine Le Pen, pongamos por ejemplo, y al que le pique, que se rasque. Es un relato paralelo al auge de la extrema derecha en parte de Europa".
El País sigue dale que te pego con los recortes que va a hacer Rajoy. "Lleva varios días fijando la mira", pero ayer, "sin disparar del todo, afinó mucho más y apuntó" a que serán necesarios más recortes. Y ni les cuento con la perra del antipatriotismo del PP. "Cómo percibirán los mercados, los acreedores y la Comisión Europea estas denuncias del PP", se pregunta. Miguel Angel Aguilar está asustadísimo. "Debe tenerse en cuenta que todo lo que se diga aquí para enardecer a los propios hooligans se escucha en Bruselas, Frankfurt, Londres o Nueva York y contribuye a la quiebra de nuestra credibilidad". Y es que hasta que no ha dicho Rajoy que se nos dan fatal las cuentas no tenían ni idea, oye.
Y a Público no se le pasa el berrinche del 22-M. "Bajos instintos políticos", "falta de seriedad", "irresponsable, desleal e hipócrita" son algunas de las lindezas que le dedica Marco Schwartz al PP. Ramón Cotarelo dibuja un panorama terrorífico. "La agresividad del PP en los procesos de transferencias tiene un eco mediático evidente y generaliza el temor acerca de las verdaderas intenciones de la derecha" que seguro que pasan por comerse crudos a los niños. "Evidencian un talante que puede rearmar el voto de la izquierda e invertir los vaticinios sobre las elecciones de 2012", suspira. Y a María Jesús Güemes le traiciona el subsconsciente. Rajoy ofrece colaboración "ahora. Después de pedir auditorías en todos aquellos territorios que ha arrebatado al PSOE". Qué disgusto, madre, qué disgusto.