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BOICOT AL OBISPO DE SAN SEBASTIÁN

Munilla aguanta el pulso de los curas nacionalistas vascos

El obispo de San Sebastián se mantiene firma ante los ataques de un sector de su Diócesis que no ha parado de hostigarle desde que llegó a la Diócesis.

La firme decisión de José Ignacio Munilla de dar una vuelta completa a la Diócesis de San Sebastián le está causando más de un quebradero de cabeza al prelado guipuzcoano. Sabía que el papel que le había encomendado el Papa no iba a ser fácil y así lo ha experimentado incluso antes de llegar a una plaza que en buena parte le ha recibido de espaldas.

El clero más nacionalista, que ha pululado libremente durante décadas por la Diócesis con Setién primero y Uriarte después, no está dispuesto a perder su poder ni a reconocer el fracaso de su línea pastoral. Hoy en día, Guipúzcoa, antaño tierra de misioneros, es un erial en cuanto a la práctica religiosa. Como ejemplo vale el Seminario. Tres seminaristas durante el pasado curso que contrastan, por poner sólo un ejemplo, con los más de 70 de Toledo.

La nueva línea propuesta y sobre todo la claridad empleada por el prelado vasco a la hora de definir lo que ocurre en su Diócesis ha levantado grandes ampollas. Y esto no se lo perdonan todos los religiosos que han hecho lo que han querido en todos estos años. Así que eso de la obediencia al obispo ha sido relativo.

La gota que ha colmado el vaso es la salida de los seminaristas del País Vasco, que a partir de ahora irán a Pamplona. ¿Cómo hacer pagar esto al obispo? Intentando dañar su imagen pública y su capacidad como obispo. Munilla es el responsable de la Pastoral de la Juventud de la Conferencia Episcopal, y por ello tiene un papel importante de cara a la Jornada Mundial de la Juventud y es por ahí por donde quieren atacarle.

Su Diócesis albergará a cerca de 6.000 peregrinos que irán camino de Madrid. Para acogerlos hace falta la ayuda indispensable de las parroquias y los colegios religiosos. Y donde dominan los sectores más progresistas y nacionalistas su venganza se está centrando en negarse a ceder los espacios parroquiales para así dejar en evidencia al obispo si finalmente no consigue acoger a los jóvenes de medio mundo que pasarán por allí. De hecho, el obispo se está viendo obligado a pedir a las autoridades civiles el uso de pabellones polideportivos y colegios públicos. Aunque, es cierto, que son muchas las familias e instituciones religiosas que sí están colaborando con su obispo.

Por otro lado, este sector de sacerdotes y religiosos, que representan un porcentaje importante en la Diócesis, también habría decidido reunirse durante el mes de julio con la idea de preparar un documento de protesta contra Munilla y que sería dirigido a los fieles, tal y como recogen medios contrarios al prelado. El objetivo es que el obispo esté al dictamen del Consejo Presbiteral y no al contrario. Si no obedece a este chantaje, estos sacerdotes plantearían dimitir o no acudir a las reuniones que convoque el prelado.

Sin embargo, el fin último es echar un pulso al obispo que obligue a Roma a tomar cartas en el asunto para que el obispo sea trasladado. Pero ni Munilla está mostrando debilidad ni el Vaticano parece dispuesto a dar marcha atrás a un cambio necesario en el País Vasco.

Su nombramiento, primer desafío

Los rumores sobre la posible llegada de Munilla a San Sebastián ya asustaron a sus futuros detractores, que amenazaron con un boicot y dimisiones en caso de que se consumara el nombramiento. Cumplieron su palabra y gran parte de la curia que estaba con Uriarte dimitió tras ser elegido obispo. Un alto porcentaje del clero, el PNV y el entorno proetarra le atacaron por su perfil. Era vasco y habla perfectamente el vascuence, exigencias de estos curas, pero para desgracia de sus detractores era no nacionalista, y veía a todos sus fieles por igual. Tampoco le perdonaban su formación en el Seminario de Toledo, mucho más fiable doctrinalmente que el de Setién.

El líder de la revuelta deja la orden franciscana

El segundo caballo de batalla vino con el teólogo y profesor franciscano, José Arregui, exponente del nacionalismo y progresismo eclesial. Este religioso inició una dura campaña de descrédito contra el nuevo obispo e intentó liderar una corriente contra él. "No es casualidad que usted sea tan ferviente nacionalista español y tan visceral antinacionalista vasco", le decía a Munilla. Poco después, Arregui abandonaba la orden franciscana. Tras esta polémica, cientos de curas y laicos escribían una carta contra su obispo. "¿Cómo puede una persona llamada a ser presencia del padre expulsar a un hijo?", se preguntaban.

Investigación al número dos de Setién

La tercera gran polémica se produjo con otro sacerdote de la Diócesis aunque éste era más importante al haber sido el número dos de José María Setién durante 21 años. El que fuera vicario general , José Antonio Pagola, estaba siendo investigado por el Vaticano ya que dudaban de la "catolicidad" de su obra, libro que por cierto recibió el beneplácito de Uriarte, quedando éste último en evidencia. Al igual que en otras ocasiones, los críticos acusaron a Munilla de ser el instigador de esta investigación.

El caso de los seminaristas

La última batalla del clero nacionalista y progresista ha tenido como excusa el Seminario. Aunque apenas quedan tres seminaristas tras los gobiernos de Setién y Uriarte, éstos han criticado la pastoral vocacional de Munilla. El nuevo obispo ha decidido que lo mejor para estos tres estudiantes es salir del País Vasco para que se formen en Pamplona, lo que ha levantado las iras de un Consejo Presbiteral al que el prelado dijo que los curas guipuzcoanos están secularizados, que no rezan ni se confiesan.

Pero destaca el hecho de que en tan sólo un año al frente de la Diócesis ha conseguido que para el próximo curso entren tres jóvenes más en el Seminario, doblando así la cifra actual. Para colmo, y pese a la escasez de sacerdotes, también arremeten contra su obispo por conseguir éste la vuelta de otros sacerdotes que como él abandonaron el País Vasco por la línea pastoral que se seguía.

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