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El Papa de las multitudes alerta de un "verdadero rechazo" del cristianismo

Volvieron a ser cientos de miles. A ellos el Papa les marcó el camino ante el "eclipse de Dios" que impera. "Cargar con el sufrimiento", pidió a los jóvenes.

Volvieron a ser cientos de miles. A ellos el Papa les marcó el camino ante el "eclipse de Dios" que impera. "Cargar con el sufrimiento", pidió a los jóvenes.

Intensísima agenda del Santo Padre en su segunda jornada en Madrid. De nuevo, el Papa se ha encontrado con el entusiasmo desbordante de los cientos de miles de peregrinos que le han arropado y, ante ellos, ha vuelto a profundizar sobre los problemas actuales. Sin embargo, este viernes ha sido también una jornada de importantes encuentros. Primero con la Familia Real y, después, con el presidente del Gobierno.

José Luis Rodríguez Zapatero, en sus dos legislaturas como jefe del Ejecutivo, se ha caracterizado por el ataque más directo contra la Iglesia, reducido -eso sí- en la recta final de su mandato. Una beligerancia para nada puesta en escena en su encuentro con el Santo Padre, enmarcado en la más absoluta "cordialidad".

Ninguno de los dos quiso abrir la caja de los truenos y la reunión, muy breve -apenas duró media hora-, versó sobre la acuciante crisis económica, en general, y sobre la dramática situación de los jóvenes, en particular. Ambos constataron su preocupación por el paro juvenil.

La agenda internacional también tuvo su espacio, y en concreto la hambruna en el Cuerno de África, la situación en Oriente Próximo y las primaveras árabes en un contexto de petición de más libertad religiosa. El portavoz vaticano, Federico Lombardi, ya advirtió previamente que no creía que se fuera a hablar del Valle de los Caídos, como así pretendía el Ejecutivo.

Fue, en conclusión, una cita de cortesía regalos incluidos, la última de Zapatero como presidente de los españoles.

Dicho lo cual, la jornada deparó mucho más para el Santo Padre, y comenzó a horas muy tempranas, con un encuentro con la Familia Real, a excepción de los Duques de Palma. Las hijas del heredero Don Felipe le entregaron a Su Santidad unos dibujos que ellas mismas habían pintado. Fue una cita de presentes ya que el Rey don Juan Carlos obsequió al Papa con un facsímil de las cantigas de Alfonso X el Sabio mientras que el Pontífice le correspondió con un mosaico de la Plaza de España de Roma.

Profundo discurso en el Escorial

Los momentos más profundos llegarían, no obstante, en El Escorial por la mañana y en el histórico Vía Crucis, ya en la capital. Benedicto XVI se desplazó desde Madrid hasta San Lorenzo de El Escorial ante fortísimas medidas de seguridad tras despachar con la Familia Real. En el monasterio le aguardaban 1.664 religiosas jóvenes así como 1.500 profesores universitarios.

El Papa volvió a alertar sobre el laicismo más radical y aseguró que "en la sociedad actual se constata una especie de eclipse de Dios, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza". Benedicto XVI quiso así elogiar las virtudes de la vida religiosa y entregada "frente al relativismo y la mediocridad".

A los jóvenes peregrinos asistentes, Benedicto XVI quiso agradecerles la consagración de su "juventud al señor" así como el saludo entusiasta que le han dispensado, y al obispo de Madrid el empeño a la hora de recibirle en el Escorial, un lugar que calificó como "evocador" y al que no es la primera vez que acude. La vida consagrada, explicó en su discurso, "significa amor a Jesucristo". "La vida consagrada es la escucha a la palabra de Dios, el Evangelio como norma de vida" y se convierte en "exégesis viva de la palabra de dios".

El Papa quiso subrayar la "fuerza transformadora en nuestras vidas" así como la "especial relevancia" del cristianismo en un momento "de relativismo y mediocridad", en el que existe un gran "riesgo de perder aquello que más profundamente los caracteriza".

Por eso, Benedicto XVI llamó a la "comunión con otros miembros de la Iglesia" y al "cuidado de enfermos y ancianos, el compromiso a favor de la vida, el testimonio de la verdad y la caridad..." toda una serie de virtudes cristianas que son el testimonio vivo de la "santidad a la que Dios os llama".

Un Vía Crucis histórico

Tras descansar y reunirse con Zapatero, el segundo gran momento llegó en forma de nuevo baño de masas en el centro de la capital. Volvieron a ser miles y miles los jóvenes que quisieron ser saludados por el Santo Padre, que acudió en el papamóvil. El Vía Crucis fue espectacular, tanto por lo que representa como por las bellísimas tallas llegadas desde rincones de toda España.

Acto solemne, que los asistentes respetaron con un silencio que cortaba la respiración, presidido por Su Santidad. "Hoy queremos abrazarnos en la cruz para acoger el dolor ajeno", afirmó, ante una multitud entregada.

Una segunda jornada que no terminó hasta bien entrada la madrugada y que dejó como en la víspera multitud de instantáneas para el recuerdo, destacando una vez más esa capacidad indudable de atracción del Papa Benedicto con la juventud.

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