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Vigilia histórica en medio de la tormenta

Jornada para la historia. "Vuestra fuerza es mayor que la lluvia", les dijo el Papa al millón de jóvenes que soportó una fortísima tormenta en plena vigilia.

Jornada para la historia. "Vuestra fuerza es mayor que la lluvia", les dijo el Papa al millón de jóvenes que soportó una fortísima tormenta en plena vigilia.

Pasión desbordante por el Santo Padre en su tercer día de visita a Madrid, sin duda el más importante de todos. El Papa de las multitudes volvió a protagonizar una extenuante agenda que incluyó, además de diversos encuentros pastorales, una reunión con Mariano Rajoy, en la que el jefe de la oposición se comprometió a gobernar en busca de una "sociedad mejor".

Una jornada de imágenes para la historia: con los futuros sacerdotes, con los discapacitados y con sus familias, confesando a los jóvenes... Pero, sin duda, el gran momento llegó poco antes de las nueve de la noche, cuando Benedicto XVI pisó un aeródromo -el de Cuatro Vientos- repleto de personas casi en éxtasis. Y, más aún, cuando en plena vigilia la fuerte tormenta tormenta hizo que el Papa y los jóvenes pasaran "una gran aventura juntos".

Del calor sofocante a la gran tormenta

Más de un millón y medio de jóvenes, según fuentes de la organización, acudieron a Cuatro Vientos. Miles no pudieron acceder al recinto desde bastantes horas antes, habida cuenta de que ya por la mañana se contaban por miles quienes esperaban la llegada del vicario de Dios en la tierra.

El calor fue sofocante durante toda la tarde, rozando durante largo tiempo los cuarenta grados. De ahí que las cifras de atendidos por el SAMUR sean impactantes: cerca de mil personas, varias decenas hospitalizadas. Al menos dos en estado grave. Los bomberos hicieron lo que buenamente pudieron y regaron literalmente a la masa. Por su parte, los voluntarios entregaron botellas y más botellas de agua.

Sin embargo, a los congregados, la inmensa mayoría jóvenes, sólo les importaba una cosa: el Papa. Querían que estuviera entre ellos, sentirle. Y tras largo tiempo de espera llegó ese momento. El Papa fue recibido por los Príncipes de Asturias, que le hicieron la protocolaria reverencia.

Entre cánticos y más cánticos, la noche mágica se fue abriendo paso con el temor creciente de tormenta. "¡Muchas gracias Santo Padre!", le dijo uno de los jóvenes escogidos para dirigirse a Benedicto XVI. "Muchas gracias por su presencia entre nosotros, que nos llega de profunda alegría. Por confirmarnos en la Fe con su magisterio", añadió.

Las cinco preguntas de los jóvenes

La cruz de Jesús, ésa llevada en estas jornadas por los jóvenes, hizo entonces acto de presencia mientras se escuchaba de forma ensordecedora "viva el Papa, viva el Papa". La vigilia había comenzado y Benedicto XVI recibió a cinco jóvenes que le preguntaron en distintos idiomas.

El primero fue un joven que le preguntó en inglés quién es Cristo y cómo responde a lo que busca todo hombre. En segundo lugar, una joven keniana, que trabaja con marginados en el ámbito social, quiso saber cómo hacerlo y comprender que en ellos está Cristo vivo y sufriendo.

El tercero fue un joven que le abordó en castellano por los matrimonios jóvenes que no siguen la moral de la Iglesia "a pesar de la hermosa vocación de ser felices que proporciona el cristianismo".

La cuarta fue una joven oriental que se refirió al ansia actual de dinero y poder, o la necesidad de puestos de prestigio como "grandes ideales para ser feliz". En ese contexto, preguntó al Santo Padre "qué hacer para no renunciar a los ideales cristianos" sin alejarse de la sociedad y al tiempo luchar para ser testigos Cristo en nuestro mundo.

La quinta y última fue una joven berlinesa que afirmó ser "la menos cristiana de todas", y que no está bautizada "aunque practica un poco". Dijo sentirse atraída hacia "la figura de Cristo" pero a la vez aseguró que le "cuesta mucho verlo". Teniendo que renunciar a muchas cosas, la joven no sabe si ser o no cristiana, pero quiso saber qué hacer –"y por dónde tengo que empezar"- para iniciarse en la fe.

El Papa: "¡Vuestra fuerza es mayor que la lluvia!"

Y entonces llegó la otra gran protagonista de la vigilia: la tormenta. Lluvia y viento que se llevó incluso el solideo del Santo Padre, que tuvo que interrumpir su discurso, en el que iba a hacer una defensa del matrimonio tradicional, la fidelidad y la natalidad. Fueron alrededor de quince minutos en los que el Papa tuvo que resguardarse en un paraguas mientras que los bomberos comprobaban, preocupados, que el escenario no sufría desperfectos.

Paralelamente, el ánimo no decaía hasta que, una vez paró la lluvia, un Papa sonriente reanudó la vigilia al grito de "gracias por vuestra alegría, resistencia y fuerza". "¡Vuestra fuerza es mayor que la lluvia!", sentenció ante los cientos de miles de jóvenes.

"El señor con la lluvia nos manda muchas bendiciones", continuó el Santo Padre para, a renglón seguido, continuar con una homilía en la que se le vio tanto arrodillado para la oración como rodeado por jóvenes. Amparando a todos, el Santísimo Sacramento.

Al cierre del acto, Benedicto XVI volvió a tomar la palabra: "Hemos vivido una gran aventura juntos. Firmes en la Fe de Cristo habéis resistido la lluvia", y como padre deseó las buenas noches a sus hijos. "Que descanséis bien, gracias por el sacrificio que estáis haciendo". Arrancaba entonces una vigilia durante toda la noche. "Nos vemos mañana si Dios quiere".

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