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Los 'correbous': algunos toros sí pueden sufrir

La Generalidad prohibió las corridas de toros pero blindó los ‘correbous’ porque "no terminan con la muerte del toro". Sin embargo, esto no es siempre así.

El pasado domingo tuvo lugar la última faena celebrada en Barcelona, después de que en julio de 2010, la Generalidad aprobara la Iniciativa Legislativa Popular para prohibir las corridas de toros en Cataluña. Sin embargo, dos meses después, el Parlamento catalán blindó los ‘correbous’, festejos típicos del sur de Tarragona que, al igual que las corridas, también están protagonizados por el toro.

CiU y ERC, que votaron a favor del blindaje de estas tradiciones regionales, se justificaron diciendo que los ‘correbous’ "no terminan con la muerte del toro". El presidente de la Generalidad, Artur Mas, matizaba que estos festejos "han evolucionado hacia un mayor respeto a los animales". Nada más lejos de la realidad.

Hay diferentes modalidades de ‘correbous’: ‘bous a la plaça’ o ‘bous al carrer’, –encierros-; ‘bou al mar’, que consiste en arrojar a una res al agua; ‘bou capllaçat’, en el que al animal se le ata la cabeza con cuerdas y se le obliga a recorrer las calles, y el más conocido de todos, el ‘bous embolat’ o toro embolado, en el que se coloca al bóvido un artilugio metálico en los cuernos con dos bolas con material inflamable al que se le prende fuego.

El profesor titular de Etología y Protección Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, Miguel Ibáñez Talagón, explica que cuando el toro se ve rodeado de gente "evidencia un sufrimiento psíquico". Ibáñez cree que nadie tiene interés en financiar una investigación sobre el sufrimiento de los animales en este tipo de festejos, y recuerda que siempre hay algún "gamberro" que acaba maltratando físicamente al animal".

Según el documento El sufrimiento de los toros en los festejos populares, elaborado por la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia (AVAT), los animales que participan en los ‘correbous’ sufren un gran estrés y, en ocasiones, mueren de infarto.

Por su parte, la Universidad de León midió en 1996 los niveles de estrés en vaquillas ante distintas situaciones como la inmovilización en campo abierto, la inmovilización en transporte o la inmovilización en un espacio cerrado. Según la investigación, aumentan los niveles de cortisol –la hormona del estrés-, de glucosa, de urea y de creatinina.

Pero no sólo el estrés causa el sufrimiento de los toros o vacas en este tipo de festejos. En el caso del ‘bous capllaçat’ o en el ‘bous ensogats’, cuando los mozos tiran de las cuerdas que están atadas al cuello del animal, este puede sufrir lesiones en el cuello y, en algunos casos, muere de ahogamiento.

Quizá el caso más paradigmático es el del toro embolado, en el que las bolas de fuego colocadas en la cornamenta mantienen permanentemente asustado al animal y, en ocasiones, si un chispazo llega a los ojos del animal, este acaba ciego.

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