El País hace el papel de abogado de pleitos pobres y dice que Garzón se pasó la ley por el forro de la chaqueta porque "los abogados de Gürtel jugaban un papel básico en el blanqueo". Además, "el juez señala que no ordenó grabar a los letrados sino a los presos", pero los muy torpes tenían la mala costumbre de hablar con sus abogados y, claro, se colaron en las grabaciones. José Yoldi dice que el juez está jugando a "la ruleta rusa". "Imagine a un tipo con un revolver en la sien y apretando el gatillo una, dos y hasta tres veces. Así se debe de sentir el juez Baltasar Garzón ante los tres procedimientos", ay qué penita. Y que le dejen en paz ya, hombre, que "si Garzón aplicó incorrectamente la ley", que todo podría ser, "ese error ha sido subsanado".
Público igualico, igualico, pero con más empuje, con más rebeldía, con más sangre en las venas. "Garzón se revuelve: ‘Los abogados eran parte nuclear de la trama’". Pero no hay de qué preocuparse porque allí estaban ellos, "la mejor defensa de Garzón", que son "los que pusieron en él la esperanza de cerrar las heridas de su vida, de conocer al fin el paradero de sus familiares, tirados en cualquier cuneta", dice en plan melodramático. Marco Schwartz se abona a la teoría del mártir. "Una manifiesta ofensiva judicial y política para aniquilarlo". Vamos, que si Jesucristo no hubiera muerto en la cruz se moriría de envidia.
Pasemos a la prensa que no se mesa los cabellos.
En El Mundo, Pedro J. recuerda que "lo que verdaderamente está en juego es si Garzón es un ciudadano como los demás que debe responder ante la Justicia por unos actos que tienen toda la apariencia de ser delitos. Esta sencilla verdad ha sido escamoteada por algunos partidos de izquierda, un sector marginal de la judicatura y varios grupos de comunicación, que recurren a una fantástica teoría de la conspiración", muy utilizada en este país. Y atiza a Chacón porque ayer se le vio la zeja. "Cabe preguntarse cómo hubiera reaccionado si los espiados hubieran sido los abogados de dirigentes del PSOE".
En La Gaceta, a Carlos Dávila le causa "horror que una caterva de jueces, fiscales y abogados haya arropado a Garzón, entre insultos al Supremo" y le da "pánico caer en sus manos", lo cual no es para menos. Así que le pide al CGPJ que les pegue un tirón de orejas. "¿O es que a Dívar la resulta indiferente que la catervita garzonera sirva de coro a los zejudos que blasfeman contra el Supremo?". A Luis Rivas le ha inspirado: "La estrella se vuelve gris. Se mostró anodino en su defensa y hasta su melena nívea parecía gris a media luz. El león había perdido la voz y mudado sus ademanes de celebridad por los de un humilde mártir". Poesía eres tú.
A ABC tampoco le ha convencido la defensa de Garzón, mira que es raro. "Garzón se refugió en los eslóganes de sus defensores mediáticos y políticos", que a Jaime González le recuerdan "al club de Los Pecos", desgañitándose por su héroe "rozando el delirio". Garzón estará encantado. Ignacio Camacho no lo ve bien para un juez. "En torno a Garzón hay un jaleo pancartero, una algarabía militante, una agitación ideológica que tal vez deberían motivarle a una reflexión sobre sus propias condiciones para ejercer la judicatura". No, si seguro que a él le gustan los jueces esos que se limitan a juzgar y dictar sentencias y nos quiere birlar el espectáculo, el aburrido.
La Razón cree que "precisamente es este tipo de apoyo mediático lo que puede haber hecho perder los papeles a Garzón" y a Alfonso Merlos se le llevan los demonios. "Causa estupor ver como Bardem y sus cuates osan calificar de fascistas y nazis a los letrados que ejercen la acusación (...) La cofradía de la zeja tiene patente de corso cuando se trata de tomar la calle y de vociferar lo que le venga en gana". Y aquí le supera la indignación y le da una manta de tortas al CGPJ. "Es indigno que ese Poder Judicial que reaccionaba airado por las recientes críticas del padre de Marta del Castillo, un padre humillado y hundido, pase por alto ataques que encierran tanta villanía y tanta semilla totalitaria". Uff, me ha dolido hasta a mí.