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Setién y Uriarte se niegan a dar un paso atrás y siguen contra las víctimas del terrorismo

Los obispos eméritos de San Sebastián siguen empeñados en quitar voz y voto las víctimas del terrorismo. No asumen los cambios de Roma.

Los obispos eméritos de San Sebastián siguen empeñados en quitar voz y voto las víctimas del terrorismo. No asumen los cambios de Roma.

José María Setién y Juan María Uriarte han multiplicado su presencia pública, a pesar de su consideración de obispos eméritos de San Sebastián, con el objetivo de influir en su concepto de "reconciliación". Una y otra vez insisten en quitar a las víctimas del terrorismo el papel que le corresponde en la sociedad y negarles la voz ante un proceso que no parece que se haya paralizado con la llegada de Rajoy al Gobierno.

Los nuevos obispos vascos, especialmente los jóvenes titulares de Bilbao y San Sebastián, han protagonizado una ruptura total con sus antecesores y es algo que ni Setién y Uriarte parecen haber superado. De ahí, que éstos últimos aprovechen todos los foros posibles, especialmente los más nacionalistas e independentistas, para intentar mantener una línea superada por Munilla y Mario Iceta, a instancias de Roma.

De hecho, José Ignacio Munilla se sitúa en el extremo opuesto a los obispos eméritos de su Diócesis. Si éstos quieren quitar la voz a las víctimas el nuevo prelado las ha colocado en el centro de su mensaje cada vez que habla de ETA. Incluso el pasado mes de abril presidió una Eucaristía en la catedral del Buen Pastor en homenaje a las víctimas del terrorismo y cuyo templo estaba repleto de familiares y amigos de asesinados por la banda terrorista.

Sin embargo, Setién y Uriarte se resisten a dar un paso atrás. La semana pasada Uriarte pronunciaba una conferencia en San Sebastián y estos últimos meses ha estado muy activo llegando incluso a visitar en prisión a Díez Usabiaga. Lo justificó por la amistad que les une.

Uriarte, que es tío de la abogada de etarras Jone Goirizelaia, insistía esta pasada semana en que a las víctimas "no les corresponde tener un peso decisivo" ni tampoco" inhibir los movimientos del Gobierno que puedan conducir a la reconciliación".

En el marco de la charla, "Espiritualidad de la reconciliación en la coyuntura actual", el prelado emérito consideraba que en estos momentos no hay acuerdo sobre quiénes son la víctimas de todos estos años de terrorismo y que para identificarlas no hay que atender "a la causa defendida" sino "al sufrimiento hondo padecido en esta confrontación".

En la misma línea se manifiesta y se ha manifestado siempre Setién, a quien Juan Pablo II le obligó a renunciar de prelado en San Sebastián antes de que le correspondiera. Al igual que su sucesor en la sede guipuzcoana también se mueve en charlas y coloquios centrados en la "reconciliación". Este mismo viernes en Mondragón pronunció otra conferencia similar a la de Uriarte en un ciclo titulado "Paz, pacificación-reconciliación.

Algunos firmes luchadores contra ETA y víctimas del terrorismo conocen de buena tinta cómo se las gasta Setién. Es lo que, por ejemplo, narró María San Gil en un libro. La que fuera dirigente popular del País Vasco relata con dolor que "me parecía increíble que Setién, mi obispo, no fuera más solidario con nuestro dolor y por eso creí que teniendo una reunión con él y explicándole directamente cuales eran nuestras circunstancias, su actitud cambiaría". Sin embargo, la cosa no ocurrió tal y como esperaba la política vasca, y cuenta que "le puse el ejemplo de lo que sufría mi madre, pensando que me podía pasar algo y que nunca, a pesar de ir todas las semanas a misa, había recibido una palabra de consuelo o de ánimo".

"¿Cómo voy a saber que tu madre sufre si no me lo cuenta?", le contesto Setién. Ante el estupor que causa esta frase, la popular reflexionó que "quizás las madres de los presos de ETA sí le contaban sus penas, porque les llegó incluso a ceder los bajos de la catedral del Buen Pastor para que hicieran sus encierros".

Después de esto, afirmaba que al ser gente educada, terminaron de manera correcta la reunión con el que era entonces obispo de San Sebastián. Afirma que bajó "con los ojos llenos de lágrimas al darme cuenta de que, a pesar de formar parte de la grey, a mi ‘pastor’ le importábamos bastante poco". Para colmo, Setién llegó a preguntar a San Gil que "dónde está escrito que hay que querer a todos los hijos por igual". "Mi obispo me dejó muy claro que, para él, había fieles de primera y fieles de segunda. O sea, como los vascos, que los hay de primera, que suelen ser los nacionalistas, y de segunda, que somos lo no nacionalistas".

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