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La Iglesia frente a los sindicatos y los 'indignados'

Munilla y Demetrio Fernández alertan en sendas cartas sobre los "indignados" y contra los sindicatos. "Quien tiene hambre acude a la Iglesia".

Munilla y Demetrio Fernández alertan en sendas cartas sobre los "indignados" y contra los sindicatos. "Quien tiene hambre acude a la Iglesia".
Un indignado insulta a una joven durante la JMJ | Archivo

Los temas de actualidad y que más afectan a la sociedad comienzan a ser tratados de manera natural y periódica por los obispos españoles, conscientes de la importancia de dar una respuesta a los interrogantes que se presentan hoy. La crisis económica y de valores son cada vez más tratadas por éstos en sus cartas pastorales así como lo que rodea a la actualidad política.

Es lo que han hecho esta semana dos de estos prelados, quizás los más contundentes del episcopado español: José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián y Demetrio Fernández, titular de la Diócesis de Córdoba. Los indignados y el papel de la Iglesia en la crisis, tan recurrido ahora mismo por la izquierda, son los temas estrellas de los escritos  de estos dos obispos.

Las sombras del 15-M

Monseñor Munilla analiza en una carta el papel de los autodenominados indignados. El obispo de San Sebastián considera que el 15-M "ha sido una gran oportunidad desperdiciada" para impulsar el principio de "¡más sociedad y menos Estado!". De este modo, opina que "uno tiene la impresión de que la dictadura de lo políticamente correcto ha terminado por engullir el 15-M".

Sin embargo, el obispo que ha roto con la línea Setién-Uriarte en el País Vasco intenta sacar también algo positivo de este movimiento y cree que al menos ha ayudado a empezar a despertar a una sociedad aletargada".

Pero son los aspectos negativos los que centran la carta dirigida a los fieles católicos guipuzcoanos. "Las sombras principales del Movimiento 15-M están en la incapacidad de superar el rodillo del pensamiento único", afirma Munilla y pone como ejemplos algunos de los lemas que se escuchaban en estas marchas como "menos crucifijos y más trabajo fijo" o "esta plaza no es del Papa". Por ello, considera que de este modo "la crítica se convierte en una consigna y es notorio que faltó capacidad crítica ante las consignas críticas".

Siguiendo esta línea, el obispo guipuzcoano se lamenta de que el 15-M "haya nacido más como un movimiento de protesta que de construcción" y ejemplifica que "tiene muy poco valor hacer ahora una denuncia global de los recortes sociales, obviando que estamos al borde de la quiebra económica por motivo de los despilfarradores anteriores". Por ello, concluye que "el problema siempre está en que es más fácil gritar contra los abusos, que aportar soluciones".

Realidad de sindicatos y partidos

Por su parte, el obispo de Córdoba responde a las críticas sobre el papel de la Iglesia en la crisis y pone el foco sobre sindicatos y partidos políticos. Demetrio Fernández lo deja muy claro en su carta semanal: "cuando alguien está en apuro, para cubrir sus necesidades básicas no acude a los partidos políticos, ni a los sindicatos, ni siquiera a las entidades públicas, donde se cobran los impuestos de todos". ¿Dónde dice que va monseñor Fernández? "La gente acude a la Iglesia Católica", sentencia.

En este sentido, continua con su argumentación asegurando que "cuando alguien no tiene para comer hoy acude a la Iglesia, y la Iglesia Católica ofrece a todos, sin que tengan que mostrar ningún carné, la ayuda que está a su alcance".

Sin miedo a las críticas, Fernández apunta directamente contra los que en las últimas semanas han atacado a la Iglesia y sus supuestos privilegios. "Los enemigos de la Iglesia salen en estos días a decir mentiras sobre esta realidad tan evidente, con intención de contaminar la opinión pública, pero no lo consiguen" porque la ciudadanía, incide, conoce la verdadera labor que desarrolla.

Así, el prelado de Córdoba insiste en la idea de que la Iglesia "no es un parasito en la sociedad de nuestros días. La Iglesia no vive a costa del Estado, sino sostenida por sus fieles" y hace "un gran bien a la sociedad de nuestro tiempo, aunque a los enemigos de la Iglesia les cueste trabajo reconocerlo o incluso lo nieguen con mentiras que nadie cree".

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