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La prensa de un vistazo

Bronca tabernaria entre un diputado y Rubalcaba según 'El País'

El único tema común en la prensa de hoy es que España ganó a Portugal en un partido "agónico" y de "infarto" .

El País nos cuenta hoy en su portada que estamos de suerte porque nos ha salido un superman para ayudarnos contra la bruja alemana. "Hollande acentúa la presión sobre Merkel para dar oxígeno a España", dice. Oh, gracias, gracias Hollande.

El periódico de Prisa interpreta a su manera el rifirrafe de ayer en el Congreso entre Rubalcaba y Gallardón. Resulta que a Gallardón le sentó como un tiro que Rubalcaba le reprochara sus opiniones sobre la sentencia de Sortu y ayer encontró la manera de hacérselo saber. El País se las apaña para contarlo justo al revés. "Gallardón usa las bodas gais para reprochar a Rubalcaba sus opiniones sobre Sortu". Si es que son unos maestros. "En la primera ocasión que ha tenido le ha devuelto el desaire. Es lo que ha hecho Gallardón con Rubalcaba, para consternación del segundo", dice Anabel Díaz. Pobre Rubal, qué disgusto. E ilustra el rifirrafe con una fotografía tomada por Uly Martín en la que más que un cruce de desavenencias entre personas bien educadas parece una pelea de macarras en un bar. "El socialista Madina sujeta al diputado del PP Bermúdez de Castro, que se dirige a Rubalcaba, ayer en el Congreso", explica el pie de foto, para que vean que no exagero. Menos mal que al final no llegaron a las manos, porque nos cuenta Anabel que "cada uno se fue por su lado y no hubo ocasión de pelearse".

El País aplaude a rabiar al Gobierno vasco, que "desagravia a las víctimas de la violencia policial". Y es que "en una sociedad cautiva de la amenaza diaria de ETA parecía impropio plantear la existencia de afectados por otro tipo de violencia", pero ahora que ETA ya es buena "su reconocimiento se antoja decisivo".

La Gaceta está escandalizada con lo de las medicinas que habrá que pagar porque "Sanidad cobra medicamentos de uso común mientras sigue financiando anticonceptivos". Hay que ver, a dónde vamos a ir a parar. "Resulta ilusorio pensar que el problema del colosal déficit público puede solucionarse tan solo eliminando lo superfluo", dice.

La Razón nos da el alegrón del día. "Rajoy ultima para julio un plan de ajustes que incluiría funcionarios e impuestos". Nada sobre políticos. Por Dios, ten piedad de nosotros, pobres trabajadores. Pues a Marhuenda le parece de maravilla, oye. "Subidas del IVA y otros impuestos, así como reajustes de plantilla en las administraciones y otra vuelta de tuerca laboral y salarial. Pasos dolorosos, pero necesarios para recuperar la solvencia". Y un cuerno.

Isabel San Sebastián lo cuenta muy bien en ABC. El Gobierno de Rajoy "sigue hinchándose a consumir presupuesto en pagar cargos, carguitos y cargazos municipales, autonómicos, forales, nacionales, sindicales o pertenecientes a cualquier otro colectivo dependiente de la política en cualquiera de sus facetas. ¿Con qué legitimidad va a pedir a los ciudadanos los sacrificios verdaderamente dolorosos que nos aguardan a la vuelta de la esquina y que habrán de afectar necesariamente a las prestaciones por desempleo las pensiones o la sanidad? ¿Cómo va a exigir a los trabajadores los incrementos de productividad indispensables si las distintas administraciones que se superponen entre sí no parecen dedicadas a otra tarea más importante que perpetuarse a toda costa aunque arrastren a los administrados a la quiebra?". Pues por la cara, Isabel, por la cara.

En El Mundo, Pedro J.  también le explica con mucha suavidad al Gobierno cómo están las cosas. "No será fácil que los ciudadanos entiendan (lo de pagar medicamentos) porque hay, sin duda, otras partidas en el gasto público que podrían ser recortadas antes que hacer obligatorio el pago de esos medicamentos básicos. Por ejemplo, las subvenciones y desgravaciones fiscales que todavía se mantienen en los presupuestos. O el coste del irracional aparato burocrático de las comunidades autónomas y los ayuntamientos. No se puede obligar a pagar unos fármacos a familias con apenas ingresos mientras se mantienen los miles de coches oficiales de los que disponen nuestros políticos. Por ello, la decisión del Gobierno nos parece poco acertada". Qué tacto, Pedro. Pues a mí me recuerda a un cuento que me contaron de pequeña. Érase una vez un rey, malo, muy malo, tan malo que exprimía a la gente con impuestos para mantener su opulenta corte. Pero llegó un momento en que la gente ya no tenía qué comer y se enfadó. Y no recuerdo muy bien cómo acaba el cuento, pero algo salió mal. Me suena algo así como que el rey nunca más volvió a tener dolor de cabeza.

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