Nada sorprendente, menuda imaginación tienen. Les gusta lo msimo que al 80% de los españoles, que en el extranjero se califica como "easy listening", es decir, música para oídos poco educados.
Erbilyos lo ha descrito muy bien, además yo tampoco trago a Sabina, por principios más que nada.
Ni Ramoncín ni Ana Belén ni Victor Manuel ni Miguel Bosé ni Bebe... Los "abajo firmantes". No son escuchados por la izquierda retroprogre
¡Con todo lo que han luchado y luchan por la causa zapateril! También se han olvidado, sus señorías, de la Family Bardem, aunque estos cantan de otra manera.
Ya me lo imagino, les informan de que les van a hacer una encuesta de la musica que les gusta, y se ponen a decidir que grupos o cantantes les conviene decir que les gustan para ver si asi ganan alguno voto.
Eso, seguro que ha pasado.
Joaquin sabina no es catalan, es andaluz, de ubeda, provincia de jaeeeeeeeeeeeeeeeennnn!!!
Poca afición veo a la música seria. ¿A los políticos no les gusta Bach, Mozart, Schubert, Thomas Tallis o Valderrábano? ¿Es que la historia de la música empieza Los Beatles y los Rolling Stones? ¿Tampoco conocen la música electrónica, el trip-hop, la canción francesa, la maravillosa canción italiana de los 60, el country, el soul, el flamenco, el reggae, el tango, el jazz, el blues, la bossa nova, el minimalismo, la música de cine (un filón inagotable y riquísimo), la música tradicional turca, o armenia, o persa, o india, el canto bizantino, Sor Marie Keyrouz, Cesaria Evora, Lhasa de Sela, Antony and the Johnsons, Goran Bregovic, Ludovico Einaudi o Lisa Gerrard?
En general, los gustos que declaran nuestros políticos me parecen un tanto ramplones, propios de gente de miras musicales estrechas. De lo de Josu Erkoreka mejor no hablar.
Los cincuentones aferrados a sus gustos de juventud (Bob Dylan, Supertramp, Serrat, Mecano, etc...) me dan un poco de pena. Me recuerdan a esos libreros melancólicos que, en las ferias del libro viejo, colocan con mimo en el mostrador sus rancios volúmenes en rústica de literatura marxista a ver si alguien pica.
Y que conste que yo también escuchaba a Bob Dylan y a Supertramp en el pasado, pero hace tiempo que cambié a otras cosas, porque –aunque sean buenos– escuchar esa matraca durante veinte años habría sido demasiado.
Ah, Camelo. Lo de Marilyn Manson no sé si le gustará a alguien en el Congreso, pero lo que no me imagino es a la Salmones o a Bono escuchando a Rammstein ("Wooo bist duuu, Wooo bist duuuu..."). Eso sí que sería chusco. Aunque, después de saber que a "La momia" le va Jimi Hendrix, no hay tanta diferencia.
Lo de Sabina me demuestra que yo he nacido en España por error, más que por accidente. Y es que no lo trago ni con leche caliente.
También es una prueba de la aceptación por parte de la derecha política española de la hegemonía cultural de la izquierda y de sus iconos. Si Sabina, en lugar de ser comunista declarado, fuera fascista declarado, ningún político español, de derechas o de izquierdas, se atrevería a nombrarlo entre sus favoritos, aunque tuviera más talento que John Lennon. ¿Es así, o no es así?
Ah, que no se me olvide. No solo es popular en el Congreso. Hace años leí que era el más popular en las cárceles españolas, entre los presos.
No sé, Solbes parece un hombre muy dinámico y dicharachero, le pega más música disco...
Creo que a Solbes le chanaban mazo los Prodigy...
Bueno gusto, U2, the boss, dire straits...aunque suena un poco tópico ¿ningún fan de marilyn manson en el congreso?
Por cierto, Pepe Blanco va a sacar un disco de boleros (molaría eh)
Erbilyos, el final de tu comentario me ha hecho recordar una anécdota sustanciosa de Sabina que refleja muy bien, entre otras cosas, hasta qué punto es progre el muchacho. Seguramente, cosas de la memoria, habrá lagunas o mezclas de unos hechos con otros, pero lo importante sí que lo recuerdo bien. Era allá por los ochenta y en un programa de TVE que llevaba Javier Gurruchaga, éste entrevistaba a Cela y a Sabina. Una de las preguntas era si alguna vez habían sido asaltados en la calle. Cela contestó que sí, pero que el navajero, al reconocerlo, pidió disculpas y se largó. Lo mismo le pasó a juglar, pero con un final diferente: él se quedó con las ganas, confesó, de correr tras el chorizo y pedirle, hombre corriente al fin, pero comprensivo con los marginales, que lo atracara.