Menú
numerología

Cábalas y supercherías en la lotería

La Lotería despertó desde sus orígenes una gran expectación e ilusión y generó un creciente interés entre los españoles.

La Lotería despertó desde sus orígenes una gran expectación e ilusión y generó un creciente interés entre los españoles.

Junto con la variada literatura que surgió desde su aparición, ocupa un puesto fundamental, tanto por su volumen como por su originalidad, lo referente a las cábalas y supercherías. Las cábalas, conjeturas o suposiciones supersticiosas proliferaron como supuestos métodos científicos, infalibles para encontrar la combinación ganadora, siempre y cuando el jugador tuviera la habilidad necesaria para descifrarlas. A lo largo del siglo XIX aparecieron numerosas y muy variadas cábalas, desde métodos vulgares basados en las cartas de la baraja y diccionarios de interpretación de sueños, hasta complejísimas combinaciones y tablas numéricas, todas ellas aseguraban su infalibilidad y garantizaban el acierto a la hora de escoger los números. Sus autores, con propósitos generalmente lucrativos, las vendían en las propias administraciones de Lotería con el beneplácito de los administradores, que así se aseguraban una mayor facturación, ya que el público solía acudir a los lugares donde pensaba que se vendían las mejores y más fiables cábalas. Tras los sorteos, los autores demostraban cómo sus métodos habían funcionado para elegir los números agraciados y el público, entre inculto y confiado, en lugar de enfadarse por la estafa se lamentaba de no haber sido capaz de descifrar el número que con tanta claridad se le había anunciado, tal y como se recoge en una obra escrita en 1851 por Joaquín Serrano y Callete.

Sin embargo, a pesar de su buena acogida popular, las cábalas fueron objeto de numerosas críticas. Así, en la sesión del Congreso del 10 de octubre de 1820, en la que durante la discusión de los presupuestos se trató el asunto de la Lotería, Díez del Moral argumentó en su contra basándose, entre otras razones, en la superstición y fanatismo que generaban las cábalas. También Isabel Blanco, administradora principal de lotería en 1857, consideró que el gobierno debería evitar la superchería y emplear otros métodos para aumentar su recaudación. Sin embargo, el público era aficionado a ellas, como lo demuestra  la polémica recogida en el número 35 de El Enano, publicado el 28 de octubre de 1851, generada por las protestas populares ante la dificultad de interpretar las cábalas que publicaban. En su defensa, el periódico argumentó que por ahí circulaban otras aún más complicadas. Algunas de estas cábalas, las más famosas, fueron publicadas a lo largo del siglo XIX.

En Sociedad

    0
    comentarios