Continúo. Hijo mío (ya tienes dieciocho años), ¡me ha sido imposible impedirte que hoy estuvieras en Pamplona!. Algo me decía y presentía que ocurriría en el encierro de este día; de hecho es el primer encierro que me he perdido por televisión desde que éstos se televisan (absoluta verdad). No hubiera soportado la tensión de verte en esas calles. Esta mañana preferí salir más tarde de casa, para así no llegar a la cafetería y ver en directo el acontecimiento; pero cual ha sido mi sorpresa heladora cuando, ya con los informativos en marcha escucho que "ha habido un muerto en Pamplona". Se me ha caído el móvil al intentar telefonearte; no daba con tu número en mi agenda. Finalmente he realizado la llamada (habré tardado casi tres minutos mientras lo conseguía), pero ¡tardabas y tardabas en cogerlo!. ¡Por fin tu voz! y tu "...estamos en las inmediaciones de la plaza...". Ya no he podido entender más, o no me ha preocupado saber más. Si has hecho lo que recomendé: ¡muchas gracias por escuchar a tu padre!. ¡Te quiero!; y ¡te quiero vivo y disfrutando de lo hermoso de la vida!. Hoy seguirá luciendo el sol, más brillante que nunca. Mi más sentido pésame a familiares y amigos de la víctima de Pamplona (aunque sienta también que ha sido víctima "inutil" e "innecesaria").
Me encantan los toros y todo lo que les rodea. Y si hay algo más bello que este animal en una plaza, es "verlo" en libertad. A menudo nos conformamos con un "encierro" como forma más próxima a ese deseo insatisfecho, pues estar cerca de los toros está al alcance de unos pocos (fincas), entre otras cosas por su tremendo peligro. Si un torero dice que correr un encierro es "treinta" veces más peligroso que el propio toreo (ellos deben saber de qué hablan), sigo sin entender por qué el común de los ciudadanos se expone ¡tanto! (sin arma -capote o muleta-, sin espacio y con barreras infranqueables, con cientos de obstáculos en movimiento -resto de participantes en el encierro-, y sin compañía profesional que te pudiera socorrer); además por "nada" (todavía los toreros en la plaza "cobran"). Las propias leyes de la Matemática y la Física corroboran lo que estoy diciendo. Yo no daría a ninguno de los participantes en estos eventos (aceptados y auspiciados por los poderes públicos -lo peor-) ni el aprobado en E.S.O.
Todos los que se ponen delante de un toro, ya sea para lidiarlos o para correr un encierro, saben a lo que se exponen...
Descanse en paz.