El suceso ocurrió a primera hora de la mañana cuando el empleado, de unos 50 años, se había presentado desde su empresa hasta la puerta del Palacio de la Asamblea, separadas ambas por unos cien metros, después de ser despedido tras 30 años trabajando para ella.
Los funcionarios de la Policía Local que custodiaban el edificio oficial intentaron convencerlo, pero el hombre quiso seguir en su propósito echándose encima más gasolina y exigiendo que se le entregara una misiva al presidente de Melilla, para que conociera su caso.
Imbroda, nada más recibir la carta, abandonó su despacho y bajó a la puerta para hablar personalmente con el trabajador de la empresa privada y convencerle de que desistiera de su actitud, algo que sucedió en ese momento.
El hombre que se iba a quemar a lo bonzo fue atendido por los servicios sanitarios de urgencia y trasladado a un centro médico para ser sometido a una revisión médica.