Dice Público que Chomsky es "considerado todo un referente intelectual para la izquierda alternativa y los movimientos antiglobalización de todo el mundo". Es verdad, sobretodo lo de "referente", no tanto en lo de "intelectual". Porque si por algo se caracterizan los análisis de política internacional de este lingüista con pretensiones filosóficas es la carencia absoluta de cualquier rigor académico o científico. Es pura propaganda, pero es innegable su enorme influencia y popularidad entre la izquierda menos ilustrada, que le ha convertido en el mesías de la "antiglobalización".
En un demoledor análisis publicado en La Ilustración Liberal, Daniel Rodríguez Herrera explica Cómo miente Chonsky. En él, Rodríguez Herrera señala que "un académico honrado, aun cuando parta de ideas preconcebidas, las reexamina a partir de los datos que va encontrando y las modifica, o no, dependiendo de lo que la realidad le enseñe. Chomsky emplea el método opuesto. Parte de unas conclusiones comunes a todos sus escritos: que Estados Unidos e Israel son los causantes de todo el mal en el mundo, a partir de ellas busca los datos que puedan confirmarlas y desecha los demás. Eso, en el mejor de los casos. En el peor, simplemente se los inventa".
Y son esas ideas preconcebidas, el anatema izquierdista de culpar a EEUU e Israel de todos los males, las que le han llevado a Público, como reconoce el propio diario al anunciar el fichaje: "A lo largo de su trayectoria como analista político, Chomsky se ha destacado por realizar una crítica sin concesiones al modelo de democracia estadounidense y la política exterior llevada a cabo por las distintas administraciones del país más poderoso del mundo. (…) Entiende que tanto Estados Unidos como el estado de Israel, que depende mucho del apoyo material y diplomático norteamericano, son autores de numerosas acciones violentas al margen del marco de las leyes internacionales".
Como ejemplo del pensamiento de Chomsky, su reacción –memorable, como califica Daniel Rodríguez Herrera en análisis– a los atentados del 11-S: "Los ataques terroristas fueron grandes atrocidades. En su escala, sin embargo, puede que no lleguen al nivel de muchas otras, de los bombardeos de Clinton sobre Sudán, por ejemplo, hechos sin ningún pretexto creíble, que destruyeron la mitad de sus recursos farmacéuticos y mataron un número desconocido de personas".