Menú
La prensa de un vistazo

Las pistolas de Federico Quevedo y los chismes de Sánchez Dragó

El Gobierno está henchido de orgullo con su puñetazo en la cara de los controladores y la prensa sigue todos a una dándoles caña, pero ya se aprecian algunos aguijones al Gobierno. Y Sánchez Dragó nos cuenta un lío de faldas.

En éxtasis están Rubalcaba y Blanco con la demostración de hombría ante los controladores que prácticamente ningún medio cuestiona. Pero ya aparecen algunas las preguntitas incómodas.

Dice La Razón que "la crisis ha sido conjurada", pero "el paisaje del campo después de la batalla es desolador". Exige al Gobierno que explique por qué "lanzó un órdago a los controladores el día que empezaba el puente" y critica "las difamaciones" de Zarrías contra el PP.

La opinión de Cefas constata que los controladores son "los malos, muy malos de la película", pero ¡ay! "han servido en bandeja un golpe de efecto impagable" al Gobierno" y encima han quedado como "unos bravucones sediciosos que se acobardan cuando se les planta cara". Martín Prieto va más allá y cree que "los controladores le han hecho tal favor a ZP que deberían aumentarles el sueldo". Para echarse a llorar. Los controladores, digo.

Público sorprende. Nadie protesta con la militarización, qué cosas. Al contrario, "el órdago de los controladores ha sido demasiado grande y no midieron las consecuencias". Y eso que defendieron a capa y espada la huelga salvaje en el Metro de Madrid. Ekaizer se rinde amargamente al "primer ministro de hierro" y dice que "el Gobierno ha optado por "recuperar autoridad aprovechando el bajo coste de oportunidad del enfrentamiento. El primer ministro, perdón, vicepresidente primero, ha salido reforzado personalmente, pero el coste de imagen, militarización mediante, se dejará sentir". ¿En Público?

El País entrevista a un portavoz del sindicato de controladores que pone de manifiesto que "el gobierno eligió una fecha muy mala" para plantar cara al colectivo. El diario de Prisa resalta que "hay algunas discrepancias políticas que anticipan (...) mucho codazo y patada" esta nueva crisis. Lo normal, vaya.

Las voces a favor de los controladores y contra el Gobierno las encontramos en La Gaceta. Federico Quevedo defiende la razón de los controladores frente al decreto del viernes y acusa al Gobierno de "rapto de la democracia" y "secuestro del Estado de derecho". El Gobierno "se apresura a arrogarse una potestad inusitada al declarar el estado de alarma y militarizar un servicio civil (...) primero por la vía del real decreto y después, pistola en mano (...) les obliga a trabajar incluso contra su voluntad, a punta de pistola y bajo amenaza de pena de cárcel y expropiación de bienes". Vamos, que la Guardia Civil y los militares son unos matones, viene a decir.

Para ABC, el Gobierno "ha sentado un precedente que, aunque ahora aporte al Gobierno motivos de satisfacción, el día de mañana puede ser un recordatorio molesto". José María Carrascal no entiende por qué si el Gobierno se esperaba la rebelión de los controladores eligió la víspera del puente para "el duelo" con ellos. "¿O se eligió precisamente para dar una muestra de autoridad ante un colectivo que goza de nulas simpatías entre los ciudadanos?", se pregunta maliciosamente. Qué barbaridad, cómo puede pensar una cosa así de Rubalcaba y Blanco, que se desviven por los ciudadanos. Malpensado.

El Mundo vuelve a cargar contra los controladores, cuya actitud "carga de razones al Gobierno" y atiza a Rafael Hernando (PP) por pedir la dimisión de Blanco y a los socialistas por acusar al PP de "connivencia con los controladores (...) En todo caso, la escalada verbal de unos contra otros es una pequeñez, comparado con el desafío que tiene ante sí el Gobierno". Especialmente indignado está Gala, que arremete contra los controladores. "Basta de faroles y de soberbia. Basta de enviar controladoras lloronas para explicar desdichas: el self control es el primero que deben aplicarse estos engreídos".

Y Sánchez Dragó nos entretiene con "un chorrito de chismes". El más sabroso, sobre Vargas Llosa y García Márquez. Nos saca del error de que se llevan mal por discrepancias ideológicas. Resulta que fue por el "subidón de testosterona" de Gabo, "picha brava, que quiso ligar con la mujer" de Vargas Llosa en una fiesta de la "izquierda divina".La cosa acabó con un "puñetazo no menos viril que meses después" Vargas Llosa asestó a Gabo "en los morros haciéndole besar la lona". Esto lo explica mucho mejor.

En Sociedad

    0
    comentarios
    Acceda a los 4 comentarios guardados