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Leguina llama a Garzón “Juez Campeador” y “perejil de todas las salsas”

Mientras que el equipo de "intelectuales de guardia" ha lanzado un manifiesto en apoyo de la iniciativa judicial de Garzón, el ex presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, ha publicado un duro artículo en el que critica al juez y a quienes lo defienden.

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Mientras que el equipo de "intelectuales de guardia" ha lanzado un manifiesto en apoyo de la iniciativa judicial de Garzón, el ex presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, ha publicado un duro artículo en el que critica al juez y a quienes lo defienden.

(LD) Joaquín Leguina ya había mostrado su escaso apego por las actuaciones del juez Garzón en el campo de la mal llamada “memoria histórica” o en otros asuntos, pero el artículo que ha publicado este lunes en su blog destaca tanto por la solidez de sus razonamientos como por la dureza con al que se emplea contra el propio Garzón y el gobierno.

Así, señala que probablemente la culpa de que los familiares de las víctimas hayan puesto sus ojos en la vía judicial es de la inacción del gobierno, y que el magistrado ha aprovechado poco menos que para hacer un nuevo espectáculo:

Quizá haya sido ese “no hacer nada” -o hacer poco- por parte del Ejecutivo lo que ha movido las voluntades de los deudos para que fueran a llamar a la puerta del Juez Campeador, el perejil de todas las salsas, quien, de inmediato, comenzó a mover este nuevo platillo chino. Un platillo más en una larga lista (¿cuántos procesos hay abiertos en ese juzgado de la Audiencia Nacional?). Platillos que –ora aquí, ora allá- se mueven a impulso de este juez prima donna (los que saben sostienen, sin embargo, que esas manos “instructoras” son más torpes que las del inspector Clouseau, el de la Pantera Rosa.

Pero Leguina no sólo critica la torpeza en la instrucción de Garzón, sino que ataca con acierto la forma de ver su trabajo que, a su juicio, tiene el magistrado: “Lo que Garzón sostiene en al teoría y –sobre todo- en la práctica es que la Justicia (su justicia) está por encima de la Ley. Un pensamiento –obvio es decirlo- con fuerte aroma totalitario”.

La valentía de la Ley de Amnistía

Otra de las partes más interesantes del extenso artículo es la que dedica a desmontar uno de los argumentos falaces más habitualmente usados por la izquierda: que la Ley de Amnistía y la transición en general fueron una chapuza generada por el miedo a un golpe militar.

Para Leguina los que aprobaron aquellas leyes: “No fueron cobardes, sino valientes y generosos y el proceso necesitaba para su culminación del mutuo perdón entre españoles. Para ello -y sólo para ello- se acordó la Ley de Amnistía, cuya vigencia pretenden echar abajo el juez Garzón y sus interesados adoradores”.

Y aquí hace una de las críticas más duras contra el gobierno: “Ese mensaje es perverso y mentiroso, de esos que gustan a los adanistas que ahora nos gobiernan, para quienes, antes de llegar ellos al poder, sólo existía el miedo y sólo se habían hecho chapuzas”.

 Los dos bandos de la Guerra Civil, culpables

Joaquín Leguina entra también en la espinosa cuestión de las “culpabilidades” de los dos bandos de la Guerra Civil, haciendo un análisis muy razonable cuya conclusión es que “los muertos deben ser de todos”. Así:

"Quienes cayeron bajo la represión en la retaguardia republicana por “ser” (ser cura, ser militar, ser noble, ser rico, ser de derechas…) y no por cometer ningún delito… esos muertos deben ser, también, reivindicados por las gentes decentes de la izquierda, y los asesinados por los franquistas sin haber cometido delito alguno, simplemente por “ser” (ser sindicalista, ser republicano, ser socialista, ser comunista…), ésos también deben ser reivindicados por las gentes decentes de la derecha. ¿Con qué fin? Simplemente, para poder gritar todos juntos:¡¡Nunca más!!"

Por último, el que fuera presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid critica a aquellos que utilizan maniqueamente este asunto para estigmatizar a la derecha y acusarla “franquista”, lo que para Leguina es poco menos que un disparate:

“¿O sea, que casi la mitad de los votantes españoles prefieren el franquismo? No sé si los ideólogos y asesores de imagen del “nuevo” socialismo gobernante, que es quien sostiene tal mensaje y tal barbaridad, son conscientes del disparate que perpetran con este tipo de propaganda sectaria y mentirosa.” 

Al menos, hay socialistas como el propio Legina que no compran esta mercancía ideológica tan averiada: “Somos muchos los socialistas que –ya hartos de simplificaciones- nos negamos a que la izquierda se reduzca a ser la mera expresión de una aversión, la aversión a la derecha”.

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