Claro, y las bondades del sistema de los suciatas incluyen un 30'8 % de fracaso escolar, la tasa mas alta de los países del a OCDE, por no hablar del abandono de los estudios, la "imparcial" EPC, pasar de curso con cuatro asignaturas suspendidas, la evaluación (notas) que se aplican con el sistema psoe, y tantas y tantas bondades de los tontos y tontos cabrones de los políticos suciolistos (perdón por la redundancia).
Lo primero que hay que tener son ganas de estudiar, en segundo lugar estudiar para aprender, en tercer lugar estudiar para aprender mucho y en tiempo, en cuarto lugar estudiar para aprender mucho en tiempo y que al evaluar lo estudiado de un nivel de conocimientos adecuado para obtener un resultado positivo (no cualquiera). Estoy hablando de esfuerzo, concentración, orden, trabajo y a la postre excelencia. Bueno, qué mas da, en el P$o€ no entienden este lenguaje, lo que les "pone" es otra cosa que es lo que les lleva al poder.
Discutiendo de qué manera debe el Estado intervenir la educación no resolveremos el problema. Tampoco se puede detener directamente dicha intervención. Lo que necesitamos es marginar esa intervención.
Fijémonos en otro mercado, el de la búsqueda de empleo. Desgraciadamente, está intervenido, pero de manera marginal: sólo el 2% de los nuevos contratos se logran en el INEM. ¿Tendría sentido discutir cómo puede el INEM arbitrar mejor ese mercado? Ese debate nos llevaría a asignarle más recursos, y aumentar la intervención pública. La derecha caería estúpidamente en la misma trampa, como suele pasar (véase la sociedad pública de alquiler de viviendas, por ejemplo, criticada incluso desde Libertad Digital con el argumento de que interviene en pocos contratos).
Es un debate trampa, viciado de origen. Hay que abandonarlo, y potenciar otras alternativas. Cuando los padres, y los propios alumnos mayores, vean que el mercado privado ofrece soluciones competitivas y eficientes, la educación pública será marginal. La oferta privada será capaz de adaptarse a los criterios de calidad que valoren los propios interesados, no los que dictaminen los políticos o los funcionarios.
Hay que luchar por retirar trabas a la competencia privada, y por restar rigidez al sistema: la oferta privada necesita flexibilidad para hacer valer su capacidad de cubrir las demandas insatisfechas. Lógicamente, a los funcionarios docentes y a los políticos les interesa exigir toda clase de atributos que sólo cumpla el sistema público u ofertas tan similares que puedan seguir controlándolas, mantengan la iniciativa privada en un nivel testimonial, y no puedan competir contra un servicio igual pero gratuito (es decir, pagado con dinero público, que "no es de nadie").
Si algo deberíamos aprender de la "Educación para la ciudadanía" es que la escuela pública es un arma demasiado poderosa, y que, si somos demócratas, esta arma caerá periódicamente en manos de nuestros adversarios políticos.